martes, abril 16, 2024

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TC: Otro De Benedictis sacó chapa de grande en Turismo Carretera. Johnnyto arrasó en Potrero de los Funes y se convirtió en ganador

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Por algo es el Turismo Carretera; porque como ayer acumula episodios que han edificado una vasta, muy rica y también contradictoria historia de 73 años. Después de derrumbar voces en contrario, escépticas, la categoría regresó a Potrero de los Funes; el espectacular circuito construido el año pasado y que fuera inaugurado por la FIA-GT y el TC 2000.

El recuerdo de la anterior visita, allá lejos en el tiempo, el 16 de agosto de 1987, no era el mejor. Arrastraba en la memoria aquel accidente entre Jorge Oyhanart y Juan Antonio De Benedictis, el Johnny, ídolo de Ford, el del Falcon verde que hacía delirar cada vez que doblaba las curvas sacando la cola a puro arrojo y entrega.

Ese golpe que ante el despiste de los autos sobre el cerro, derivó en la trágica muerte de un espectador mendocino que miraba la carrera junto su familia.

Y justo, en este circuito donde De Benedictis padeció uno de los peores momentos de su vida, ayer por esas vueltas precisamente de la vida, vivió una de sus grandes alegrías, ver ganar a su hijo Juan Bautista por primera vez en la categoría de sus amores y con un Ford, la marca de papá.

El pibe, simpático, fachero, impetuoso, buen manejador, se sacó “la mochila” de ganar en el TC en un circuito con tanto valor agregado y significado.

Si la gente que rodeó el circuito, menos de la esperada, hubiera jugado unos boletitos como si se tratara de un hipódromo, habría recuperado con creces la apuesta.

Porque si bien, el pibe de Necochea había insinuado desde el viernes que pintaba lindo, el gasto de la carrera hasta la vuelta 15 sobre el serpenteante y atrapador circuito, lo hizo Mariano Werner.

El entrerriano, con el Falcon del equipo del Gurí Martínez se empeñaba para conquistar la victoria, como lo había hecho en el TC 2000 a principios de julio en Resistencia.

Pero, el repentino rateo lo dejó con las manos vacías y una amargura enorme que hizo que le costara hilvanar palabras; la rotura del motor fue la causa que sin embargo, no empañó su brillante accionar. Y de yapa, segundos mas tarde, el que se paró fue el jefe, el Gurí…