Estaba recostado, con las patas delanteras apoyadas en el asfalto
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Me ha pasado, no sé si a ustedes también les ha ocurrido, pero en mí es común detenerme a pensar en alguna de las situaciones que nos toca vivir a diario y encontrarme con la sensación de estar en medio del juego.
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Ya no puedo seguir. No es falta de voluntad ni flojera. No es que no crea que puede ser que tenga remedio. No es que no piense en que muchos valen la pena. No.
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Si alguno de ustedes cree en algún momento que lo están tomando por inocente, inútil, incapacitado para la reflexión, naif, iletrado, irrelevante, socialmente ciego, inactivo, dominable, corderito (ni siquiera cordero), quizá no esté tan equivocado.
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Sólo los pequeños hombres temen a los pequeños escritos…
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Como no podía ser de otra manera, en el momento en que me puse a planificar sobre qué iba a escribir para esta crónica
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Retumbó en mi cabeza… no sé qué fue… pero me
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Pasamos gran parte de nuestra vida buscando nuestra personalidad y, una vez que la encontramos, la acomodamos más o menos a alguno de los tipos o arquetipos socialmente reconocidos y aceptados… y hacemos la plancha (disculpen el lenguaje nada académico).
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Expresión argentina como pocas, adaptable a casi cualquier circunstancia, es utilizada muy seguido por nosotros.
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