Material enviado por el Lic. Jorge Mancuso
El cambio tecnológico es una poderosa fuente de progreso. Pero también involucra riesgos de profundización de la fragmentación social. Por eso, en varios países el Estado usa fondos públicos para promover el acceso de la gente más pobre a las nuevas tecnologías. Un ejemplo cercano es el Plan CEIBAL en Uruguay que tiene como meta que todos los niños, comenzando por los más pobres del interior del país, dispongan de una computadora portátil. Un plan similar en la Argentina costaría menos que lo que se eroga en subsidios a empresas públicas.
Uruguay viene ejecutando un programa público de entrega gratuita de una computadora portátil a cada niño de entre 6 y 12 años que cursa la educación primaria. El Plan “Conectividad Educativa de Informática Básica para el Aprendizaje en Línea” –más conocido por sus siglas como Plan CEIBAL– tiene como principal objetivo que todos los niños tengan acceso en línea a métodos de enseñanza con computadoras e Internet. Para ello, prevé que las computadoras se ajusten a las necesidades especiales de los niños más carenciados. Por ejemplo, son computadoras que pueden funcionar en hogares sin electricidad y se ofrece acceso gratuito a Internet en las escuelas y en las plazas de los pueblos.
Una definición estratégica muy importante es que el Plan CEIBAL se comenzó a implementar en el interior de Uruguay. En estas zonas se entregaron 174 mil computadoras portátiles a 167 mil niños y 7 mil docentes. En el 2009, la distribución se está ejecutando en Montevideo y la región central donde se espera llegar a 142 mil niños más. De esta forma, la cobertura total será de 320 mil niños y docentes de primaria de todo el país con un costo aproximado de U$S 380 por niño.
¿Cuan complejo sería instrumentar un plan de estas características en la Argentina? Suponiendo que el costo por niño sea similar al de Uruguay cabria considerar que:
- Según datos de población del INDEC, en Argentina hay 6,7 millones de niños entre 5 y 14 años, de los cuales aproximadamente 2,7 millones son pobres.
- Ejecutar un plan que implique darle una computadora portátil con acceso a Internet a cada niño pobre de la Argentina implicaría unos $4.000 millones.
- Según ASAP, en el año 2008 el Estado gastó $5.200 millones para subsidiar a las empresas públicas.
Aunque se trata de información de carácter muy exploratorio, los órdenes de magnitud dejan claro que es perfectamente factible poner en ejecución un plan que permita brindar una computadora portátil y acceso gratuito a Internet a cada uno de los niños que componen los hogares pobres de la Argentina. Para ello, no es necesaria ninguna estrategia fiscal especial. Alcanza con dejar de subsidiar a las empresas públicas que aportan muy poco al desarrollo del país y mucho a su debilidad institucional por el uso político de los recursos públicos y las prácticas corruptas.
Uruguay, al igual que la Argentina, tiene serios problemas educativos. La deserción escolar es muy alta, especialmente a nivel de educación secundaria, y la calidad muy baja. Según la evaluación PISA 2006, el 47% de los jóvenes de 15 años no tiene competencias básicas de lectura, un indicador levemente mejor que el de la Argentina pero muy comprometedor desde el punto de vista de la formación de personas para ingresar al mercado de trabajo. Obviamente que sólo con el Plan CEIBAL no se va a transformar una realidad tan dura. Pero al menos es una acertada actitud a cambiar la agenda de las políticas públicas.
Un plan para entregar a todos los niños pobres de la Argentina una computadora portátil con acceso gratuito a Internet y apoyo educativo para su mejor aprovechamiento es una iniciativa perfectamente factible desde el punto de vista fiscal. El gran desafío no es de orden financiero sino de cambiar la visión sobre el rol del Estado. La manera más práctica de garantizar servicios públicos de buena calidad a precios accesibles a toda la población es a través de empresas privadas reguladas y controladas por el Estado, complementando con subsidios focalizados por tarifas sociales para los hogares más pobres. Sólo de esta manera el sector público va a tener la posibilidad de concentrarse en el financiamiento de inversiones prioritarias que el sector privado nunca va a hacer, como por ejemplo invertir en el capital humano de los hogares pobres.
Con esta visión, en otros países el progresismo se concreta usando fondos públicos para que todos los niños, especialmente los pobres del interior, tenga un primer acceso a la tecnología informática. En la Argentina, se trata de dar la misma denominación a las políticas regresivas de usar fondos públicos en beneficios de las corporaciones enquistadas en las empresas públicas, mientras las brechas sociales y de acceso a las oportunidades no dejan de ensancharse.