En enero los salarios subieron 3,8% y volvieron a perder contra la inflación. El empleo precario y la aceleración de la canasta alimentaria juegan deterioran los indicadores sociales.
La economía recuperó el nivel previo a la pandemia, el empleo también. Esto permitió reducir la pobreza en 2021, pero no lo suficiente para alcanzar valores previos al coronavirus. Y la dinámica de los precios y en particular la de los alimentos en este primer trimestre empezaron a socavar los avances del año pasado.
«En 2021 el Índice de Precios al Consumidor (IPC) se movió en promedio por encima de la Canasta Básica y como muchas de las retribuciones que paga el Estado ajustan por el IPC hubo una recomposición de los ingresos que ayudó a reducir la pobreza por ingresos. Y este año pasa lo contrario, eso va a patear en contra de la mejora. En lo que va del año, los alimentos y por ende la canasta básica alimentaria y la canasta básica total, ambas se vienen moviendo por encima del IPC, lo cual ya está impactando en la posibilidad de la gente de llegar a fin de mes», sintetizó Eduardo Donza, investigador del Observatorio de la Deuda Social de la UCA.
Puntualmente en enero y febrero, la inflación acumuló 8,8% y la canasta básica alimentaria, que marca la línea de indigencia, se aceleró 13,5% mientras que la canasta básica total, que marca la línea de pobreza, lo hizo en un 10,1%.
Y a esto falta sumar los números de marzo que agregan prácticamente un 6% adicional al recalentado 8,8%, prácticamente 15,3% en solo tres meses. La consultora Focus Market midió a través de su sistema de ScanTech 5,8% de aumentos en los alimentos, lo que llevaría la canasta básica alimentaria a la zona de los $39.600 para una familia de cuatro tras un 20% de aumento acumulado en el primer trimestre.
La consultora Focus Market midió a través de su sistema de ScanTech 5,8% de aumentos en los alimentos, lo que llevaría la canasta básica alimentaria a la zona de los $39.600 para una familia de cuatro tras un 20% de aumento acumulado en el primer trimestre.
El único atenuante para el avance de la indigencia es que el deterioro de los salarios informales fue tan grande durante 2020 y 2021, que este año pudieron repuntar más que el resto. «Nuestras encuestas nos dieron que este año el sector informal pudieron mantener el poder de compra, puede verse como que son los que más suben, pero también como que eran los más atrasados. Esto genera un cambio de composición en los índices salariales: muchos trabajadores de la más baja calificación se retiraron del mercado con la pandemia y recién ahora se están incorporando. Por eso, la tasa de actividad sigue siendo baja. En la medida en que los de menor retribución están volviendo, el promedio de los salarios se deprime y su evolución queda por debajo de la inflación», explicó Donza.
Esto explica por qué en enero los sueldos subieron 3,8% y la inflación lo hizo un 3,9%. Y también anticipa la dinámica del poder adquisitivo de los salarios en febrero y marzo, incluso cuando el desempleo haya bajado a valores mínimos.
Los datos del Indec dan cuenta de una reducción de prácticamente 1,2 millones de personas bajo la línea de pobreza entre el segundo semestre de 2020 y e igual período de 2021 cuando cedió al 37,3%. Los datos se condicen con un nivel de desempleo promedio del 7,6% (8,2% en el tercer trimestre y 7% en el cuarto), el más desde el 7,6% del último trimestre de 2016, cuando la pobreza era del 30,3%. Y están muy por encima del nivel más bajo de pobreza de la serie (25,7% en la segunda mitad de 2017) cuando el desempleo abierto promediaba el 7,8%.
Dicho en otras palabras, que a niveles similares de desempleo se registre una pobreza ostensible mayor no solo se explica por un menor nivel de actividad, sino por un deterioro en la calidad de los puestos de trabajo. El regreso a la formalidad se hace en forma de monotributo en el sector privado, más que como empleo en relación de dependencia.
Las grandes superficies comerciales donde están los Precios Cuidados no están en los barrios. No es que no sirvan los programas, sirven para atenuar el impacto en las familias y en muchos casos para los más pobres esto implica caminar bastante más. El patrón de consumo no es el de las familias que van a los súper e hipermercados, es el de la compra chica y diaria en el comercio de proximidad.
Eduardo Donza
A esto, se le suma otra variante, que es el escaso alcance de los programas de precios que encabeza Roberto Feletti. «La mayoría de los cartoneros no tienen capacidad de acopio, cobran el cartón que venden cada día y ese es el ingreso del que disponen para hacer las compras, como le sucede a la mayoría de los trabajadores que viven de changas. Y las grandes superficies comerciales donde están los Precios Cuidados no están en los barrios. No es que no sirvan, sirven para atenuar el impacto en las familias y en muchos casos para los más pobres esto implica caminar bastante más. El patrón de consumo no es el de las familias que van a los súper e hipermercados, es el de la compra chica y diaria en el comercio de proximidad», concluyó Donza.
FUENTE: LPO