Cerca de Larreta evitan hablar de toque de queda. En Provincia sostienen que incrementarán los controles pero sin nuevas restricciones.
Rodríguez Larreta analiza un cierre total de actividades para el próximo fin de semana del 22 y 23 de mayo, mientras que desde el gobierno de Axel Kicillof ahora aseguran que no buscan restringir «nuevas actividades», en un sentido similar al que expresó Alberto Fernández este martes.
Es una curiosa inversión de roles, porque hasta ahora eran Alberto y Kicillof los que empujaban las medidas más duras, mientras la administración porteña intentaba atenuarlas.
«No lo resistiríamos», dijo el Presidente para descartar la vuelta a una cuarentena total. «Hay un problema sociológico», argumentó Alberto, que pese a lo que sus voceros filtraron el lunes, dio a entender que por ahora seguirán las actuales restricciones sin mayores cambios. «Me parece que, en estos términos, debemos seguir», agregó.
Sin embargo, los números no acompañan y la expansión de la pandemia parece francamente descontrolada. Este martes la Argentina superó los 35.000 casos y tuvo casi 750 muertos por coronavirus.
En la Ciudad explican que no plantean un toque de queda, pero no se permitirá gente en parques y plazas y los restaurantes solo tendrán habilitado el «take away». Una especie de circulación libre pero sin lugares a dónde ir.
En la Ciudad esta situación parece haber pegado fuerte. Tras cinco jornadas consecutivas de aumento de casos, el gobierno porteño busca frenar la escalada de contagios. «Estamos evaluando cerrar todo el fin de semana», confiaron a LPO desde Parque Patricios.
Según agregaron las fuentes no será un toque de queda pero no se permitirá gente en parques y plazas y los restaurantes solo tendrán habilitado el «take away». Una especie de circulación libre pero sin lugares a dónde ir.
El lunes el ministro de Salud, Fernán Quirós, reconoció que todas las opciones están sobre la mesa, incluso el cierre de escuelas, una de las medidas más resistidas por el gobierno porteño.
«Necesitamos que sigan bajando los casos. Evaluamos todas las alternativas. Tenemos que ver si es una cuestión de 4 o 5 días o vuelven a ascender. La continuidad de las clases presenciales dependen de cómo se mueva la curva de contagios», señaló el funcionario.
«No sería un toque de queda», enfatizaron desde el gobierno porteño. El concepto tiene una carga muy negativa para los sectores más radicalizados del macrismo. No está claro cómo harán desde el Ejecutivo para bajar la circulación si están permitidos los desplazamientos: se sabe que la mayor parte de los contagios se produce en reuniones sociales.
En otro sector hablan de una «sintonía fina»: plantean que si se cierran todos los lugares públicos las reuniones sociales se trasladarían a espacios privados donde las personas tienden a relajar las medidas de cuidado.
Desde la Provincia dijeron que no están «pidiendo un regreso a la Fase 1», sino que intensifiquen los controles para que las medidas de cuidado «se cumplan de manera estricta».
«Ya hemos planteado, semanas atrás, los escenarios a los que nos arriesgábamos en caso que no se tomaran a tiempo las medidas que proponíamos. No tenemos nada nuevo para proponer ni buscamos que se cierren nuevas actividades», comentaron en la provincia.
Las tres jurisdicciones acordaron una suerte de armisticio en la reunión que mantuvieron este martes en la Rosada con el jefe de gabinete, Santiago Cafiero y la ministra de Salud, Carla Vizzotti, los bonaerenses, Carlos Bianco y Daniel Gollan y los porteños, Felipe Miguel y Quirós.