El perro es el mejor amigo del hombre. Eso nadie lo niega.
Estos animales no sólo le hacen compañía a sus dueños, sino que, en algunos casos, pueden suponer una herramienta más para su cura en caso de que su propietario esté enfermo.
De hecho, es tal el ‘superpoder’ de los perros que el sistema británico de salud pública ha incorporado las pruebas de detección de cáncer con perros ante su gran fiabilidad, y es que los ‘poderes olfativos’ de los canes están más que comprobados, por ejemplo, a la hora de detectar explosivos, estupefacientes o pérdidas de gas.
En concreto, la idea de que los perros ayuden en la detección del cáncer se remonta a 1989, cuando un perro detectó un caso de melanoma maligno olisqueando la pierna de su amo.
Los perros que detectan cáncer
Desde entonces, diversos estudios han descrito cómo perros entrenados apropiadamente logran señalizar con elevada fiabilidad a los pacientes portadores de cánceres como el de pulmón, el de vejiga, el de ovario, el de mama y el de próstata olfateando su cuerpo, su orina, su sudor, así como la respiración e incluso su sangre.
Así lo subraya el Instituto de Investigación Sanitaria La Fe de Valencia (IIS La Fe), que cuenta entre sus investigaciones con un proyecto de estas características, en colaboración con la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), y con la Asociación de Cáncer y Detección Olfativa Canina (CDOC). En concreto, estudian cómo detectar cáncer de próstata a través de la orina de los pacientes.
Para poder detectar el cáncer, los perros tienen que oler muestras biológicas de los pacientes procedentes de los fluidos corporales: sangre, orina, excrementos, aliento.
La organización Medical Detection Dogs explica que los perros gracias a su potente olfato son capaces de detectar los ‘compuestos orgánicos volátiles’, pequeñas partículas producidas por el tumor y presentes en los organismos de los afectados. Además, según señala, cada tipo de cáncer tiene sus propias nanopartículas, cuyo olor es detectable por los perros.
La razón de este ‘súperpoder’ perruno atiende a la propia selección natural de estos últimos 15.000 años, donde los perros han sido capaces de desarrollar un sistema olfativo “muy sensible y eficiente”, mantiene el IIS La Fe.
“Su increíble capacidad para detectar moléculas odorantes está apoyada por factores anatómicos únicos. El cerebro del perro está dominado por la corteza olfativa, de tal forma que el bulbo olfatorio, responsable de la transmisión de la información del olfato de la nariz al cerebro, es 40 veces mayor en los perros que en los humanos”, agrega.
Al mismo tiempo, resalta que la extensión del epitelio olfativo que recubre la cavidad nasal es enorme, pudiendo alcanzar una superficie de 170 cm2, mientras que en los humanos tan solo de 10 cm2. A su vez, este epitelio olfativo se renueva cada mes. También, es un factor determinante el número de receptores olfativos de la mucosa nasal.
“Mientras que los humanos poseen unos 5 millones de receptores, el perro puede llegar a tener unos 200 millones, y algunas razas como la Bloohound llegan incluso a los 300 millones”, matiza la entidad científica.
Asimismo, el IIS La Fe subraya que el poder del olfato canino no reside únicamente en la “incalculable concentración de células sensoriales”, sino en la forma que ejercen su función, que se encuentra determinada genéticamente. “La identificación y el reconocimiento de sustancias odorantes se lleva a cabo simultáneamente por hasta 20 receptores diferentes.
Este hecho confiere a los perros una sensibilidad extraordinaria para, no solo detectar sustancias a concentraciones mínimas en el rango de partes por trillón, sino también para discernir entre infinidad de olores. Se estima que su capacidad olfativa es un millón de veces superior a la humana”, sostiene la entidad científica.
También algunos lo hacen de forma natural
Mientras, en una entrevista con Infosalus, Salvador López, entrenador de perros y responsable de la Unidad Canina CDOC, una asociación sin ánimo de lucro que colabora con el proyecto de la IIS La Fe, mantiene que hay dos tipos de perros en todo esto, los que están adiestrados para detectar el cáncer, y algunos que naturalmente le dicen al dueño que emite un olor que les pone nerviosos, y les lleva a avisar de una u otra manera a quien les cuida.
“Los perros notan un olor que les genera cierta desazón. Esto les lleva a adoptar un comportamiento determinado como no parar de oler, de rascar, o de picar como si fuera un pato en la zona con cáncer del dueño. Por ejemplo, un perro que no estaba adiestrado le pegaba a su dueño en la próstata, y entonces el hombre decidió ir al médico, vieron qué le pasaba, y le operaron. Fue entonces cuando el perro dejó de mostrar interés”, cuenta López.
A su vez, mantiene que las personas pueden toser, y en esas partículas de saliva el perro es capaz de oler el cáncer, si es de pulmón. “se les enseña a detectar ese olor, y a que hagan una determinada postura si lo identifican en las muestras”, señala el entrenador canino.
Aquí recuerda cómo el perro es descendiente del lobo y no sólo por su capacidad olfativa es capaz de distinguir un determinado cáncer en un paciente, sino que también por sus cualidades sensoriales puede percatarse, por ejemplo, de que a una persona le va a dar un ataque epiléptico, si está entrenado para ello, o incluso ayudar en otras enfermedades como la diabetes.
“Hay detalles que se convierten en condicionantes y le dicen al perro qué va a pasar y avisa al dueño, no sólo el olor, sino el comportamiento, el perro puede notar ciertos temblores que el hombre no, y por ejemplo puede avisar antes de un ataque de epilepsia”, explica.
Luego está el otro tipo que entrenamos a un perro y se le dice que detecte un tipo de cáncer. En el IIS La Fe trabajan con el de próstata, pero cualquiera que se manifiesta en flujos corporales se puede detectar, como el de pulmón, remarca el miembro de CDOC.
Sobre cómo se les entrena, López señala que mediante el juego: “Tienen que jugar a encontrar y es muy difícil porque una muestra de orina tiene más de 5.000 olores. También se les presentan las muestras tumorales para que cojan la huella olorosa del cáncer”.
Finalmente, el miembro de CDOC destaca que “no es viable, ni real”, el entrenar hoy en día a un perro a nivel de domicilio para que, si algún día su dueño desarrolla cáncer, éste sea capaz de detectarlo.