Donald Trump ha provocado un profundo estupor al ordenar, en solitario y sin encomendarse a nadie, la retirada de las tropas estadounidenses de Siria.
Contra la opinión de los altos mandos militares, de sus propios consejeros de seguridad y de legisladores de todos los colores políticos, el presidente estadounidense ha anunciado el repliegue militar con el argumento de que el grupo Estado Islámico ya ha sido vencido.
«Hemos estado luchando durante mucho tiempo en Siria-dijo Trump-. He sido presidente durante casi dos años, en los que hemos combatido y ganado al grupo Estado Islámico. Les hemos vencido. Les hemos aplastado. Hemos recuperado el territorio y ha llegado el momento de que nuestras tropas regresen a casa».
Entre los senadores, tanto demócratas como republicanos, la reacción fue de sorpresa y disgusto.
«¿Se tomó esta decisión siguiendo el consejo de los mandos militares o ignorando su opinión? Eso es lo que me pregunto», dijo el senador demócrata Tim Kaine.
El republicano Marco Rubio fue igualmente duro, al señalar que la decisión de Trump significa que «hemos entregado el país a Rusia y, lo que es peor, a Irán».
Según la Casa Blanca, la retirada de tropas ya ha comenzado. Unos 2.000 militares estadounidenses, principalmente de las fuerzas especiales,estaban desplegados en el norte de Siria, donde han combatido a los yihadistas al lado de las milicias kurdas, que ahora se quedan solas y atrapadas entre Turquía, que quiere acabar con ellas, y las fuerzas del gobierno sirio.
El repliegue también deja vía libre a los aliados de Bacharel Asad, es decir, Irán y Rusia, lo que cambia dramáticamente el equilibrio de fuerzas en la región.
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