Helena García y uno de los colectivos que fue a Mar del Plata desde Necochea.
En medio de la siesta soleada y fresca, de un viernes en Mar del Plata, allí, por su centro, la ciudad parece dormida, desde hace mucho parece dormida, dejó de ser feliz, aparecen los pibes, nadie sabe de dónde, van apareciendo de a poquito, se van amontonando alrededor de Don San Martín, un monumento en el medio de una plaza, ya son miles, nadie sabe de dónde vienen, ni siquiera las radios, los canales de televisión que cubren la aparición de los niños en medio de la siesta en un lugar donde nunca hay o donde nunca deben estar, y preguntan ¿vienen de Buenos Aires?, no, la mayoría son de aquí, de esa parte de la ciudad que no es feliz, que no se ve, que no conocen los de la feliz, y siguen llegando y se van sumando, con sus banderas, con sus colores ya son miles, como tres mil y la cara de los transeúntes comienza a cambiar.
Un trencito cargado de ellos y unos muñecos inmensos comienzan a cortar el tránsito y la cara de los automovilistas comienza a cambiar. Por fin la plaza explota de niños y banderas y se echan a andar por la avenida Luro, y la cara de los comerciantes comienza a cambiar.
La tarde se llena de risas de niños o de pájaros y la ciudad comienza a despertar de una larga siesta, no es feliz pero sonríe al paso de aquellos mocosos.
¿Adónde van? A la casa de los trabajadores de Luz y Fuerza, para abrazarse con ellos, para decirles que vuelvan, que deben tener el mismo destino: ser felices, que son sus hijos, que todos los niños son sus hijos.
Y la Marta, esa que le dicen hermana, va en medio de ellos, con la risa grande con el Alberto, ese hombre hecho de pibes.
Las palabras de los pibes destrozan el silencio de la siesta: Tamara de 15 años dice “no puede ser que la presidenta haya dicho que producimos comida para 400 millones de habitantes y 9 millones se estén muriendo de hambre, estén en la indigencia o en las calles pidiendo para poder sobrevivir”.
Y les decía a las autoridades que se fijen bien porque hay muchos niños que están bajos de peso, que no tienen una casa digna, educación y que se pongan en el lugar de ellos, que sientan lo que sienten ellos porque es muy feo.
No puede ser que exista hambre en el país del trigo y el pan sentenciaba Paulita del Movimiento Chicos del Pueblo y continuaba: los gobiernos pasan, los políticos cambian, pero el hambre permanece.
Hacemos la marcha para evitar los 25 chicos que mueren al día por el hambre. Por eso decimos que el hambre es un crimen, porque mata, dijeron al unísono Axel, Romina y Ezequiel.
Las palabras de Alberto Morlachetti, Coordinador del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo, atravesaron el aire frío de la tarde: pedía perdón a todos los niños, en nombre de todos los adultos por el mundo que les dejaban.
En la Marcha del viernes 18 de julio de la Campaña El Hambre es un Crimen en Mar del Plata, estuvieron presentes, acompañando a los Chicos del Pueblo, las queridas Madres de Plaza de Mayo y el Obispo de Mar del Plata Monseñor Juan Alberto Puiggari, junto a todas las organizaciones que coordinaron la etapa Mar del Plata de la Campaña El Hambre es un Crimen 2008: Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo, FeTERA-CTA, Sindicato Luz y Fuerza Mar del Plata, Por Amor a Nuestros Hijos, Santuario de Luján, Juventud de la CTA, Casa del Niño Virgen Gaucha, Comunidades del Sur, Centro Nuestra Señora de Mariotti, Centro Comunitario Nuestra Señora de Luján, Casa del Niño Fe y Esperanza, CTA Provincia de Buenos Aires, Corriente Clasista y Combativa, Movimiento Territorial de Liberación, Foro de Niñez y Adolescencia de Necochea, Centro Barrial San Salvador, entre tantas otras organizaciones.
Cabe destacar que la Municipalidad de Pueyrredón declaró de Interés Municipal a la Marcha.