Por Horacio Castelli
Sí los estudiantes secundarios de
No es curioso que la gran mayoría de los muertos y desaparecidos de la dictadura fueran quienes trabajaban en las Villa Miseria, luchaban por la dignidad de los que menos tenían y les enseñaban que ellos también tenían derechos.
Mataron y desaparecieron a una generación de dirigentes sociales que podían cambiar la realidad sin armas y con trabajo.
Los genocidas querían imponer sus ideas y mantener el poder de sus patrones. Había que terminar con quienes pensaban por sí mismos y enseñaban ese camino a los demás.
Los “imberbes” querían el poder a cualquier costo, aún contra el propio Perón. Había que reclutar para luego desamparar a los que pensaban por sí mismos y enseñaban ese camino a los demás.
Este 24 de marzo es momento de analizar sin sobreactuaciones cómo superamos la falta de una generación de dirigentes sociales que nos faltan.
Cómo logramos contener socialmente a quienes se sienten desbordados por una realidad que los abruma y los mata.
Quienes sabían qué hacer, ya no nos pueden ayudar. Los desaparecieron y los mataron. Los genocidas y los imberbes.