Por Darío Palavecino
No piden la cabeza de funcionarios, sino ajustes urgentes en el sistema de seguridad. Pero por sobre todas las cosas reclaman que haya un control oficial de armas. La comunidad de esta ciudad está movilizada. Aquí y allá se organizan reuniones y se lanzan propuestas con un objetivo común: encontrar seguridad y justicia para la población.
El matrimonio que componen Mónica Bouyssede y Adrián Marcenac, padres de Alfredo, el adolescente asesinado en el barrio Belgrano de
Y a diferencia de lo que ocurre en Tres Arroyos, donde los vecinos se arman y organizan en defensa propia, exigen la remoción de jueces y fiscales del distrito, los necochenses impulsan un control de armas y reclaman cambios urgentes en el sistema.
«Aquí hay una legislación que no da respuestas y son necesarios algunos cambios», dijo Marcenac a
Es que el vecindario está preocupado porque los delitos se repiten y de tanto en tanto provocan sustos mayores. Como un reciente y violento asalto que terminó con una anciana internada, víctima de una paliza brutal a manos de un grupo de delincuentes que la sorprendió en su casa.
Otro episodio, de características inéditas, involucró a una banda que a media tarde ingresó en un comercio céntrico, redujo a los empleados y a los clientes y los mantuvo como rehenes durante casi veinte minutos. «Le dispararon al dueño del local cuando intentó perseguirlos», contó Cintia Conti, empleada de
Tres robos
Otra que sabe y bien de sufrir delincuentes es Romina Merzario, que tiene un polirrubro y ya la asaltaron seis veces en dos años, la mitad en los últimos 60 días. «Ya ningún seguro me quiere cubrir mi comercio», se lamenta. Los autores de los hechos fueron casi siempre menores de edad. «A los pocos días andan por acá otra vez», se queja.
Las facilidades de los delincuentes para volver a las andadas, aun luego de haber sido capturados, son el motivo principal de los cuestionamientos por aquí.
«El Estado no puede estar ausente y debe convocar a especialistas para ver qué modificaciones hay que aplicar para que esto cambie», destaca Marcenac. Por ejemplo, califica de «aberración» el beneficio que un juez acaba de conceder a César Luvio, que en 2003 mató aquí al joven Mariano Kloster y acaba de conseguir salidas transitorias de la cárcel de Batán, donde cumple una condena de 22 años.
«Si sus familiares quieren verlo, yo les pago el pasaje, pero quien mató a mi hijo debe estar en su lugar: preso», advierte Susana Kloster, madre del joven asesinado.
En Tres Arroyos los vecinos se arman y forman patrullas para protegerse. Aquí, en cambio, los Marcenac acercaron a
Es un aporte que, dicen los Marcenac, hacen desde su lugar de «víctimas del descontrol del Estado en el manejo en materia de armas de fuego». (