Agro

Trump, Milei y el agro

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Héctor Huergo (Clarín)

¿Cómo estás?

Espero que muy bien: el mundo está mejor, después de los acontecimientos de ayer, con la firma en Egipto de un acuerdo de paz promovido por Donald Trump y la inmediata liberación de los rehenes de Hamas.

Más allá del gusto de cada uno respecto de la figura del presidente de los EEUU, lo concreto es que nadie puede negar su enorme gestión orientada a finalizar con las guerras que azotan a la humanidad. Y menciono esto porque también tiene que ver con el agro, que es lo nuestro.

La cuestión es que la primera tarea de Trump, de regreso de Egipto, será encontrarse con su par argentino, Javier Milei. Acompañado por sus asesores, sellarán el acuerdo por el cual el gobierno norteamericano sale en auxilio de la economía nacional aportando generosos recursos. El oxígeno ya está llegando, y los síntomas son concretos: este lunes el dólar retrocedió 75 pesos, subieron los bonos y las acciones argentinas. La estabilidad macroeconómica, más allá de que te guste o no el nivel del tipo de cambio, es un valor inconmensurable.

Dicho esto, y metiéndonos en lo específico del impacto en el campo y la agroindustria, hay que prestar atención a un par de cosas. La primera, es la necesidad de evitar que el auxilio esté condicionado a un enfriamiento de la relación comercial con China, devenido en el principal cliente para las exportaciones agroindustriales. La presión de los farmers, que sienten la competencia sudamericana, llevó a las autoridades de Washington a sostener que el auxilio financiero (los famosos 20 mil millones de dólares para comprar pesos) no es para un “tax holiday” (léase: eliminación de retenciones a los productos agrícolas).

Los agricultores del Medio Oeste piensan que con este apoyo de los EEUU a la Argentina, sufrirán la pérdida de su principal mercado. Y de manera bastante explícita “sugieren” que el gobierno argentino castigue a su producción agrícola sosteniendo los derechos de exportación. Milei debe decirle a Trump y los suyos que la única manera de que la Argentina se encarrile definitivamente es con la economía real.

Este es el telón de fondo. No solo es la soja, donde China no ha sido históricamente un gran cliente de la Argentina. Ellos prefieren comprar el poroto sin procesar, y castigan la importación de harina y aceite, que son los productos que la Argentina exporta. Hoy el principal producto de exportación es la carne vacuna, donde China acapara el 70% de los embarques en valor.

Así que hay que hacer lo posible por evitar cualquier condicionamiento comercial. El tema es delicado, porque los bajos precios agrícolas están llevando a un recrudecimiento de los mecanismos perversos que han alterado el comercio y la producción desde hace décadas. La semana pasada, el Departamento de Agricultura de los EEUU (USDA) decidió un incremento de 5.500 millones de dólares en los subsidios a los farmers. Pasarán de 7.000 a 12.500 millones de dólares, incluyendo a todos los rubros. El problema es que son refuerzos de precios, y no ayuda directa a la familia rural. Por eso impactan en la producción.

Paradoja al margen: esos subsidios superan al monto que recauda la Argentina por retenciones a sus propios productores.

Estos subsidios impiden la solución de mercado: “el remedio para los bajos precios son los bajos precios”. En criollo, significa que la oferta se ajusta sola, porque los menos competitivos salen del negocio. Entonces los precios suben. Pero a mediano plazo. Mientras tanto, cruje toda la cadena. La diplomacia comercial deberá caminar por un fino desfiladero, pero no se puede arriar la bandera de los subsidios.

Hay otros caminos más plausibles, que también sería interesante poner sobre la mesa en Washington. El recién elegido presidente de la National Corn Growers Association, Jed Bower, le pidió al Congreso que eleve el mandato de etanol al 15% durante todo el año. Hoy esto solo ocurre en California. En el resto del país el corte al 15% no rige durante el verano, donde se reduce al 12%. Cada punto de aumento significa más de 10 millones de toneladas de maíz que se molerán para etanol. En esto somos socios. En Argentina se debate también una nueva ley de biocombustibles que aumentaría el corte de etanol, desatando nuevas inversiones y mayor molienda del segundo producto de exportación de la Argentina.

La gran tarea, para ambos grandes competidores globales en commodities agrícolas, es incrementar la demanda. Un mundo en paz significa mayor demanda. Pero también hay tareas internas. Que además implican inversiones, valor agregado en el interior, empleo. Aquí estamos listos. Es cuestión de dejar hacer. Y que nos dejen hacer.