
Politólogo – Consultor Político
La Coalición Cívica ARI tras su desastroso resultado electoral en Ciudad de Buenos Aires. Radiografía de una Derrota Anunciada.
El 2,50 % de los votos no es solo un número en un escrutinio, sino el reflejo contundente de una serie de “desaciertos” de un partido político que supo plantar bandera con identidad propia en la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, en los últimos casi diez años comenzó paulatinamente a desdibujarse en el laberinto de sus propias contradicciones.
Sabemos que tanto la construcción como la pérdida de identidad en cualquier tipo de organización no se produce de la noche a la mañana. Es un proceso que en este caso se inició lentamente en el año 2015 cuando se formalizó la alianza “Cambiemos” a nivel nacional como también en la ciudad.
En los dos períodos como Jefe de Gobierno de Horacio Rodríguez Larreta y, en el actual, de Jorge Macri, sus dirigentes pasaron a ocupar cargos en el ejecutivo porteño ocupando Subsecretarías, Direcciones Generales y Gerencias Operativas, a contar con más contratos en la legislatura porteña, a recibir unidades retributivas y hasta representar algún que otro fondo fiduciario en la Ciudad de Buenos Aires. No solo ocuparon y ocupan cargos actualmente, sino que también, integraron y acompañaron activamente cada una de las listas a legisladores locales con excepción de esta última elección del 18 de mayo.
Banderas históricas del partido como fue la transparencia en los gastos en publicidad no oficial, con investigaciones y presentaciones exhaustivas realizadas por dirigentes como Rocío Sánchez Andía y Hernán Reyes sobre el despilfarro de recursos en este tema durante la gestión de Mauricio Macri en la Ciudad comenzaron a desaparecer durante los gobiernos posteriores del Pro. Como así también con otros temas altamente visibles y conflictivos en la gestión de la ciudad.
A su vez, ese partido que supo llamarse “Coalición Cívica”’, fruto de la convocatoria abierta y plural a personalidades de la cultura y la sociedad civil, como así también a jóvenes y vecinos muchos de ellos no procedentes del mundo de la política pero que creían y se identificaban con los principios y valores que pregonaban, comenzaban a recibir heridas infligidas a su propia militancia, expulsada o silenciada por el solo hecho de preservar una “quintita” de proporciones cada vez más acotada. Purga y fatal endogamia que es transversal a todos los partidos políticos.
Esto se vio claramente en la conformación de la lista a candidatos para la elección del pasado 18 de mayo: el 90 por ciento de sus candidatos forman parte del Ejecutivo de la Ciudad, son empleados, tienen contrato o perciben unidades retributivas. Por supuesto, también sucede lo mismo en la legislatura porteña y hasta en la propia Auditoría General de la Ciudad, trinchera de gran parte de la casta política.
Si a todo esto, le sumamos una falta de renovación en las terceras líneas del partido y a la desdibujada conducción de sus dirigentes y del propio presidente del partido de CABA, que en los últimos años pusieron mucho más el foco en los problemas nacionales que en los locales, el diagnóstico además de difícil es preocupante.
La pregunta ahora es si el Partido de Elisa Carrió en la Ciudad de Buenos Aires, fundado hace más de 20 años, logrará reencontrar su identidad perdida más allá de la última elección en el distrito que la vio crecer. La reconquista de su identidad sin contradicciones es el primer paso, y el más urgente.
