Cada generación descubre algo que otra generación ya había descubierto, pero lo mágico o sorprendente es que, cada tanto, lo que se descubre es un nuevo punto de vista y los viejos hallazgos se tornan novedosos.
Una mirada diferente es la que permite reinventar el arte en cualquiera de sus expresiones.
Un punto de vista diferente permite que la moda se recicle y las chicas corran al placard de la madre o de la abuela a buscar esa prenda que vieron en una foto de diez, veinte o treinta años atrás y que asombrosamente vuelve a usarse. Que la música siga movilizando espíritus y cuerpos… Que el teatro siga mezclando elementos y reinventando antiguas fórmulas logrando increíbles productos nuevos…
Una mirada diferente permite que hasta en las películas infantiles se desechen minerales preciosos, porque lo que se busca es agua, uno de nuestros mayores tesoros, tanto como la tolerancia, ya que de ambos depende la vida humana.
Un punto de vista diferente permite estar atento a esa realidad y a los derechos de los pueblos que habitan las regiones más ricas en agua: América Latina.
Una mirada diferente:
Esa que permite que un presidente de color llegue al gobierno de uno de los países de fuerte presencia económica y política mundial, esa que fusiona lo ancestral con la tecnología moderna y posibilita la memoria, esa que libera de tabúes y de miedos ajenos… esa mirada puede ser la nuestra.
Sería necesario, entonces, que las generaciones nuevas tomaran de las anteriores y las anteriores aprovecharan los mágicos descubrimientos de nuevos puntos de vista, o al menos hicieran el esfuerzo de tratar de entenderlos.