sábado, diciembre 28, 2024

Ecología

La ONU alerta sobre residuos electrónicos

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Residuos electrónicos: la proliferación de todo tipo de dispositivos y aparatos electrónicos se está convirtiendo en un problema para el planeta porque, cuando su vida útil finaliza, su tasa de reciclaje es insuficiente. Aumentarla es clave para frenar el cambio climático y evitar el deterioro del medio ambiente.

La generación mundial de residuos electrónicos aumenta cinco veces más deprisa que el reciclaje documentado de los mismos, según revela el cuarto Monitor Mundial de Residuos Electrónicos (GEM) de la ONU.

El informe de la UIT y UNITAR destaca que los 62 millones de toneladas de residuos electrónicos generados en 2022 llenarían 1,55 millones de camiones de 40 toneladas, los suficientes para formar una línea continua alrededor del ecuador.

Entretanto, menos de una cuarta parte (22, 3%) de la masa anual de desechos electrónicos estaba documentada como recogida y reciclada adecuadamente en 2022, lo que deja sin contabilizar recursos naturales recuperables por valor de 62.000 millones de dólares y aumenta los riesgos de contaminación en todo el mundo.

La generación de residuos electrónicos mundial está aumentando en 2,6 millones de toneladas anuales, camino de alcanzar los 82 millones de toneladas en 2030, lo que supone una nueva subida del 33 % respecto a la cifra de 2022.

Residuos electrónicos: peligro para la salud y el medio ambiente

Los residuos electrónicos, cualquier producto desechado con un enchufe o una pila, son un peligro para la salud y el medio ambiente, ya que contienen aditivos tóxicos o sustancias peligrosas como el mercurio, que puede dañar el cerebro humano y el sistema de coordinación, advierte el documento.

“Desde televisores hasta móviles, se genera una enorme cantidad de desechos electrónicos en todo el mundo. Las últimas investigaciones muestran que el desafío global que supone esta basura no va a hacer más que crecer. El hecho de que menos de la mitad del mundo aplique y haga cumplir enfoques para gestionar el problema hace sonar la alarma en favor de una normativa sólida que aumente la recogida y el reciclaje”, señala Cosmas Luckyson Zavazava, director de la Oficina de Desarrollo de Telecomunicaciones de la UIT.

Según este responsable, “el Monitor Mundial de Residuos Electrónicos es la principal fuente mundial de datos sobre este tipo de desechos, lo que permite hacer un seguimiento y tomar decisiones críticas en lo que respecta a la transición hacia una economía circular de la electrónica”.

El informe prevé un descenso de la tasa documentada de recogida y reciclado del 22,3 % en 2022 al 20 % en 2030, debido a la creciente diferencia entre los esfuerzos de reciclado y el asombroso crecimiento de la generación de residuos electrónicos en todo el mundo.

Residuos electrónicos: ciclos de vida cortos y ‘electronificación’

Entre los retos que contribuyen al aumento de la diferencia figuran el progreso tecnológico, el mayor consumo, las limitadas opciones de reparación, los ciclos de vida más cortos de los productos, la creciente electronificación de la sociedad, las deficiencias de diseño y la inadecuada infraestructura de gestión de los residuos electrónicos.

El documento indica que, si los países consiguieran que los índices de recogida y reciclado de estos desechos alcanzaran el 60 % para 2030, los beneficios –incluida la minimización de los riesgos para la salud humana– superarían los costes en más de 38.000 millones de dólares.

Reciclaje de basura electrónica

Además, afirma que el mundo “sigue siendo asombrosamente dependiente” de unos pocos países en lo que respecta a los elementos de tierras raras, a pesar de sus propiedades únicas, cruciales para las tecnologías del futuro, como la generación de energías renovables y la e-movilidad.

En este sentido, Kees Baldé, investigador de UNITAR y autor principal del informe, “no más del 1 % de la demanda de elementos esenciales de tierras raras se satisface mediante el reciclaje de basura electrónica. Este nuevo estudio representa un llamamiento inmediato a una mayor inversión en el desarrollo de infraestructuras, una mayor promoción de la reparación y la reutilización, la creación de capacidades y medidas para detener los envíos ilegales de residuos electrónicos. Y la inversión se amortizaría con creces”, concluye.

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