Al menos seis personas murieron y otras 31 resultaron heridas después de que un hombre abrió fuego contra una multitud que participaba en un desfile del 4 de julio, en las afueras de Chicago, Estados Unidos.
Se trata de otro asesinato masivo que conmociona a Estados Unidos en una de las celebraciones más queridas y concurridas del año, el día de la independencia, a un mes de la tragedia en la escuela primaria de Uvalde y a pocos días de la aprobación por parte del Congreso de una histórica ley de control sobre las armas, ala más significativa en 30 años.
El desfile en Highland Park había comenzado, pasaron apenas unos 10 minutos, cuando un joven blanco, de entre 18 y 20 años, de larga melena negra y complexión delgada, según la descripción de la policía, abrió fuego contra miles de personas que se encontraban pasando un día de alegría y relajación en familia.
Según fuentes policiales, citadas por el diario New York Times, el asesino disparó desde un techo y usó un fusil, que luego fue encontrado por los agentes.
«Al principio pensé que eran fuegos artificiales, no me di cuenta de que eran disparos», dijo una testigo. «Entonces comencé a ver gente ensangrentada, gritando y corriendo. Fue horrible», dijo la mujer todavía en estado de shock.
«Fue una escena caótica. Intenté llamar a mi familia y encontré que se habían refugiado dentro de un edificio cerca del camino», contó otro testigo que conducía hacia el desfile cuando comenzó el tiroteo y contó que vio a la gente huir de un lado para el otro.
«Fue aterrador, nunca había visto algo así en toda mi vida. Personas aterrorizadas y cubiertas de sangre», relató un tercer testigo.
Las imágenes que circularon en los sitios y redes sociales mostraban sillas volcadas, cochecitos de bebé abandonados, botellas térmicas y hieleras tirados en la acera junto a la sangre de personas heridas o muertas.
Escenas de pánico y terror de familias que momentos antes festejaban con sus seres queridos. El asesino seguía prófugo por la noche, «está armado y es peligroso», advirtió la policía. Por ello, los agentes pidieron a todos los habitantes de la localidad que se quedaran en casa o se mantuvieran a cubierto en un lugar seguro si no regresaban a sus hogares.
Los agentes del FBI también llegaron para ayudar con la «caza del hombre». Para la policía de momento es un «acto completamente casual», pero el miedo se apoderó de toda el área de Chicago y muchas ciudades cancelaron los actos previstos para el 4 de julio, manchados por la sangre de otros inocentes en una espiral que parece no tener fin en Estados Unidos. (ANSA).