En un contexto con precios internacionales favorables, el clima vuelve a imponerse como un gran condicionante para alcanzar las marcas previstas por las entidades bursátiles.
La siembra de trigo finalizó con la incorporación de 6,5 millones de hectáreas, en línea con lo implantado la campaña pasada, y con una producción proyectada en 19 millones de toneladas, dos millones más que lo obtenido en el ciclo anterior, según estimaciones de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA).
Por su parte, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) auguró una cosecha histórica calculada en 20,1 millones de toneladas sobre una superficie de 6,9 millones de hectáreas.
En un contexto donde los precios internacionales permiten la obtención de márgenes positivos para el sector, impulsando la siembra del cereal, el clima vuelve a imponerse como un gran condicionante para alcanzar las marcas previstas por las entidades bursátiles.
Si bien meses atrás los modelos climáticos indicaban la posibilidad de un clima más benigno con el cultivo, los últimos pronósticos acrecentaron las posibilidades de que se desarrolle el fenómeno de La Niña, lo que significará, de concretarse, menores lluvias al promedio histórico.
En este sentido se expresó la BCR en su último reporte sobre estimaciones agrícolas: «Las lluvias de la primera mitad del invierno de este año están muy por debajo de los acumulados medios históricos de los últimos 30 años, tal como pasaba en el 2020».
«Por delante hay 10 días más sin lluvias a la vista, y se encienden los temores de que se repita la historia del año pasado, la de tener una salida del invierno seca y una primavera que no cumpla con las lluvias promedios», señaló la entidad rosarina.
Por su parte, la BCBA realizó un repaso respecto a las condiciones en las cuales se encuentra el cultivo sobre las diferentes zonas productivas del país.
En dicho informe, la entidad bursátil porteña remarcó que en las regiones NOA y NEA, la condición de cultivo entre regular y mala superó el 50% del área implantada.
La siembra de trigo finalizó con la incorporación de 6,5 millones de hectáreas y una producción proyectada en 19 millones de toneladas: dos más que en el ciclo anterior
«Más del 40% del cereal transita etapas desde encañazón hasta floración, bajo condiciones de sequía, con plantas de escaso macollaje y pobre crecimiento. Ante esta situación, se informa la posibilidad de resignar los cuadros más comprometidos, destinándolos únicamente a cobertura», indicó el informe.
En paralelo, en la provincia de Córdoba, el efecto combinado de las heladas con la falta de lluvias «continúa demorando el desarrollo de los lotes y reduciendo el macollaje, impactando negativamente en el potencial del cereal».
Sin embargo, en los núcleos norte y sur y en el centro-este de Entre Ríos, los recientes registros de lluvias facilitaron la recuperación luego de las heladas y ayudando a la incorporación de los fertilizantes.
En diálogo con Télam, la analista agrícola de trigo y girasol de la BCBA, Daniela Venturino, remarcó que existe cierta preocupación en el sector respecto a la falta de lluvias durante agosto y las posibilidades de que se concrete un nuevo año Niña, pero aclaró que «con pocos registros hídricos durante este mes, podría aguantar el cultivo».
«A priori, para septiembre habría una reactivación importante de las lluvias con lo cual, en ese momento donde empiezan a definirse estructuras reproductivas habría humedad suficiente para llenar el grano. No estaríamos alcanzando rindes máximos, pero no se estaría viniendo a pique como sucedió un año atrás», sostuvo Venturino.
No obstante, advirtió: «Si durante agosto no se dio nada, y llegamos a septiembre y no se producen las lluvias pronosticadas, puede haber una situación grave».
Para el ingeniero agrónomo de la Bolsa de Cereales y Productos de Bahía Blanca (BCP), Juan José Ajís Blasco, en la zona del sudoeste de la provincia de Buenos Aires se dio un buen comienzo de campaña, con una siembra que no tuvo mayores interrupciones.
La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) auguró una cosecha histórica de 20,1 millones de toneladas sobre 6,9 millones de hectáreas
Sin embargo, planteó que en dicha zona «hay una situación de sequía. Hace entre 40 y 60 días que no llueve. Hoy no está afectando a los cultivos, pero algunos ya le están poniendo el ojo porque grandes zonas están pasando a macollaje. Con el aumento de la transpiración y con los días alargándose, aumentan los requerimientos de agua. Y eso abre una pregunta de qué pasa si no se producen lluvias».
De todas maneras y en línea con lo que dijo Venturino, sostuvo que «a pesar de que no hubo lluvias en el último tiempo, los cultivos pueden mejorar rápidamente. Va a aumentar el crecimiento vegetativo y eso no generaría problemas en el rinde final, pero sí sería crítico que sucediera una etapa de 40 a 50 días sin lluvias entre octubre y noviembre» para los rendimientos.
Para el socio gerente de la consultora Zorraquín-Meneses, Teo Zorraquín, «hoy las fortalezas del cultivo radican en el precio internacional que parece firme, pero que tiene como contrapartida el cierre de exportaciones virtual, que aunque no está formalizado, genera mucha incertidumbre hacia adelante”, porque indicó que “si bien los precios son buenos, no expresan necesariamente la realidad».
Más allá de la cuestión climática, Zorraquín indicó que «si uno mete en la licuadora el precio futuro que podemos tener, un rinde promedio asumiendo que la seca no pegará duro y el nivel de costos actual, podemos tener un negocio rentable, sobre todo en aquellas zonas que se pueden combinar con un cultivo de segunda, sea soja, maíz o girasol».