sábado, diciembre 28, 2024

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A 35 años del gol del siglo

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A los diez minutos del segundo tiempo del partido por los octavos de final entre Argentina e Inglaterra, Diego Maradona convirtió el mejor gol de la historia. Fue el 22 de junio de 1986, tras dejar a seis rivales en el camino. Una semana después levantaría la copa como campeón del mundo.

Diego Maradona necesitó 10.6 segundos para recorrer los 52 metros más cortos de la historia. Pasaron 35 años de la mayor corrida que se vio en una cancha y en paralelo el relato de Víctor Hugo Morales que lo bautizó como «barrilete cósmico». En el medio quedaron seis ingleses, entre jugadores de campo y el arquero.

Los nombres que se eternizaron por verlo de cerca fueron Glenn Hoddle, Peter Reid, Kenny Sansom, Terry Butcher y Terry Fenwick y en el piso quedó Peter Shilton, el arquero que se animó a quejarse años después por el gol con la mano.

«Pisó la pelota y dio media vuelta, el movimiento tuvo un equilibrio y una clase impresionantes. Fue rápido, demasiado para mí. Sigo teniendo pesadillas con esa jugada. Nunca pensé que un solo partido de fútbol podría tener un efecto tan decisivo en mi vida», recordó Reid en un Instagram Live brindado hace meses.

Reid, quien desde el 2016 se fue del mundo de la pelota tras ser entrenador en Bolton, padeció la demostración atlética de Maradona en la altura de México DF, con el calor del mediodía y un viento de 12 kilómetros por hora.

A Reid verdaderamente lo marcó y por eso en su autobiografía le dedicó unas líneas para describir su mirada desde un ángulo exclusivo: «Cuando Maradona comenzó la jugada yo estaba ahí, pero él giró entre mi posición y la de Beardsley. La gente dijo que si yo no hubiera estado lesionado, podría haberlo agarrado, pero no había forma», lamentó.

Su entrada a la cancha estuvo en duda hasta los últimos minutos por un dolor producido por una fractura de su tobillo derecho a causa del estrés. Nunca imaginó que su camiseta, con el 16 en la espalda, y su mirada atónita al ver a Maradona irse, sería parte de los videos y las fotos en la actualidad.

Lo mismo pasó con sus excompañeros, todas glorias del fútbol inventor, y así lo reconoció Terry Butcher, que resultó ser el mortal más cercano en ver cómo entró la pelota al ingresar con Diego al área, cuando en 2008 lo entrevistaron desde el medio británico Daily Mail.

«La mano de Dios fue una cosa anormal. Yo me quedé más enojado por el segundo gol porque me eludió a mí. A todo el resto de los jugadores los superó una sola vez, pero a mí me eludió dos. Pequeño bastardo», aseguró Butcher, que en ese mismo año lo enfrentó en un amistoso como parte del cuerpo técnico escocés.

Esas palabras no le gustaron a Diego, que con su lengua filosa tiró: «¿Quién es Butcher?». Maradona estrenó saco de seleccionador esa tarde de noviembre de 2008 y festejó una victoria ajustada por 1-0 con un tempranero gol de Maximiliano Rodríguez.

No todos los recuerdos de Diego resultaron tormentosos. Steve Hodge no sólo ama al astro, sino que se quedó con su camiseta y lo contó públicamente el 27 de diciembre del año pasado, a un mes del fallecimiento del argentino.

«La cambié al final del partido y me han criticado mucho por eso. Y otros compañeros de Selección se enojaron conmigo», afirmó ante la BBC Radio Nottingham.

«Ese partido nunca será olvidado en la historia del fútbol. Nunca lo culpé por su gol con la mano. Maradona fue un jugador extraordinario. Era tan valiente como un león. Solía ser pateado en todas partes donde jugaba», siguió.

Hodge vio cómo se gestó todo. No reaccionó. No pudo. No le dio para retroceder. Lo vio irse con un giro en el que se les escapó rápido a Reid y a Beardsley. Solamente miró.

El que tuvo la posibilidad de frenarlo en la puerta del área fue Terry Fenwick. Trató de manotearlo. Se tentó cuando Maradona adelantó la pelota en un espacio reducido. Según el propio argentino lo hizo adrede y en una segundo le enganchó.

«Lo que me dejó asombrado de Maradona es cómo quería la pelota todo el tiempo», resaltó el inglés, que quedó como el último guardián de la defensa para evitar el mano a mano con Shilton -terminó «desparramado» en el piso, dijo Diego-.

«No le importaba la tensión o dónde era la jugada: siempre quería la pelota, era valiente. Nunca me había encontrado con alguien así, estaba en un planeta diferente. Era muy pequeño pero ancho», describió hace 10 años en una entrevista con El País.

El área grande se convirtió en el punto de encuentro entre Fenwick y Maradona. Por lo que se vio, el británico trató de agarrarlo y hacerle el foul tan reclamado con el paso de los años. No lo logró, imposible a esa velocidad -casi de un maratonista-. La amarilla del primer tiempo le jugó en contra en su cabeza.

«Varios compañeros míos ya habían intentado detenerlo. Yo tendría que haberle hecho falta, pero no la hice porque todo el tiempo pensaba en que podrían volver a amonestarme», se recriminó en su biografía, mismo libro en el que coincidió con Reid y calificó como «pesadilla» ese partido. El monstruo era Maradona, que los eternizó en sus posiciones y en el ridículo de no poder pararlo.

Fenwink nunca más jugó un Mundial. Su carrera «fue para atrás», según sus propias palabras luego de ese gol que resultó «un infierno».

«Maradona debió haber sido detenido mucho antes de que llegara al área. Antes de mí hubo cuatro intentos de detenerlos y eso te hace preguntar: ¿fueron lo suficientemente buenos? Después fui yo contra él, en la última línea de la defensa, luchando para tomar una decisión. Maradona me pasó y marcó el gol que recordaremos el resto de nuestras vidas. Debí haberlo derribado. Fue un error y lo lamento», aseguró.

El 29 de junio, tras vencer 3 a 2 a Alemania, Argentina llegó al segundo título de su historia. Con Diego como figura excluyente.

Pero el último hombre, que no vio el gol pero sí lo tuvo de frente y con una ventaja -o desventaja-: el uso de las manos fue Peter Shilton, enemigo público de Maradona por su «ética».

«El 99 por ciento de los jugadores que están en esa situación optarían por rematar al arco. Yo esperaba eso y estaba listo, pero Maradona recién pateó cuando Butcher le cometía infracción. Me tiré pero fue una fracción de segundo tarde. Estuve cerca de tocar la pelota, pero no pude y fue gol. El estadio estalló», opinó el exarquero que también sacó un libro para recordar sus buenos y no tan buenos tiempos en las canchas.

Shilton salió, le tapó los espacios, pero todos terminaron preguntándose: ¿De qué planeta vino ese chico de rulos y con la 10 en la espalda?