Por Sandra MG para ‘El Periódico Verde’
‘El Periódico Verde’ insta a celebrar el Día Mundial de la Lucha Campesina, una fecha poco reconocida pero esencial, para entender y defender los derechos de quienes cultivan la mayoría de nuestros alimentos.
¿Quiénes son y por qué luchan los campesinos?
La mitad de la población del mundo está constituida por pequeños agricultores (poseedores de parcelas sometidas a las condiciones de quienes les compran su producción) y por campesinos (aquellos que trabajan tierras ajenas en diferentes regímenes: usufructo, arrendamiento, contratación, etc.) y por pastores, pescadores artesanales, “sin tierras” y/o indígenas. El producto de la labor diaria y continuada de todas estas personas es el 70% de los alimentos que consume el resto de la población.
A pesar de la enormidad de la contribución que hacen los campesinos al bienestar general, se los sigue considerando ciudadanos poco importantes y su labor es despreciada y minimizada, al punto de que en muchos sitios ser campesino es sinónimo de subdesarrollo, ignorancia y atraso. Incluso en los países más ricos, trabajar en el campo se sigue considerando una labor secundaria.
La actitud de los políticos del mundo tampoco ayuda y mucho menos el sistema de mercado que rige en la actualidad, que parece empeñado en que la agricultura ecológica y las actividades asociadas a la producción artesanal desaparezcan y sean reemplazadas por enormes corporaciones agroindustriales, que acaparen la producción alimenticia e impongan sus propias condiciones de comercialización.
Los campesinos no solo son mal vistos, sino que se teme que puedan “arruinar” los planes de quienes quieren monopolizar el mercado de alimentos. Prueba de ello es que, hace ya un tiempo en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU que no se habla de los derechos de los campesinos, sino de los de las “personas que trabajan en las zonas rurales”, un eufemismo que deja claro, el temor que sienten algunos, del peso político que pudiera ganar y ejercer este sector.
Y es que, desde siempre los campesinos y pequeños productores le han dado de comer al mundo, sin que prácticamente a nadie le importasen ni las condiciones en las que viven, ni que se les paguen precios irrisorios por el producto de su trabajo. Aparentemente el plan es que trabajen y produzcan, haciendo el menor ruido político y social posible.
La necesaria lucha campesina
Desde hace ya muchos años, pero especialmente durante las dos últimas décadas y desde la creación del movimiento internacional llamado La Vía Campesina, los emprendimientos agrícolas familiares y los campesinos se han puesto de acuerdo para organizarse, con el fin de realizar reclamos que consideran no sólo justo, sino también muy necesario para poder seguir subsistiendo.
El derecho a la protección de sus medios de vida, la necesidad de que sus voces tengan eco mundial y la defensa de la agricultura, la producción artesanal y los cultivos a pequeña escala son las principales bases de la lucha Campesina, la celebración de cuyo día conmemora el asesinato en 1996 de 19 campesinos en Eldorado dos Carajás, una localidad norteña de Brasil, entre cientos de manifestantes que marchaban pacíficamente hacia Belén en protesta por la falta de tierras.
No hay que olvidar que además de la presión del sistema económico, las consecuencias del cambio climático como la desertificación, el aumento y frecuencia de los fenómenos meteorológicos y de los incendios, el incremento en las olas de calor o la falta de agua, también están poniendo en grave peligro la supervivencia de los campesinos.
Pero las crisis alimentarias que viene padeciendo el mundo en general y ciertos países en particular han dejado más que en evidencia, que es necesario reconocer que quienes proveen de alimentos con su labor tienen una enorme importancia y que no se puede ignorar ni vulnerar sus derechos, mientras se les exige que ayuden a paliar el hambre del mundo.
Queda mucho por cambiar y por hacer, pero consumir responsablemente evitando el despilfarro y adquiriendo alimentos ecológicos, cultivados de forma artesanal y oponerse a los transgénicos y/o a los cultivos industriales abonados con químicos y contaminados con pesticidas, son medidas que todos podemos poner en práctica y que también contribuyen a que la lucha campesina deje de ser una necesidad.