Por Horacio Castelli
Se ha dicho muchas veces que el fútbol (en la Argentina, al menos), es pasión de multitudes, y yo agregaría que los mundiales de fútbol dan pasto a innumerables impresentables.
Desde los «ciudadanos», que defenestran al ser nacional y todo lo que representamos (bien y mal), desde nuestra idiosincrasia, hasta los patéticos «especialistas deportivos» que se cansan de elogiar otros seleccionados, aunque en el campo de juego se vean injusticias claramente «compradas» y centros interminables durante 70 de los 90 minutos de juego.
Son muchos los que esperan un desliz para atacar todo lo que sea Argentino, y creen ser filósofos de la realidad nacional, cayendo en una filosofía barata y rastrera que solo desnudan los profundos complejos propios y la envidia que le tienen a otros países.
En todos lados, ocurren cosas buenas y malas, como también nos suceden a nosotros. Lo que ocurre es que el exitismo y querer ser más de lo que son, llevan a algunos argentinos a criticar todo, para congraciarse con «el mundo».
Pertenecer al mundo, también significa ser serviles a un grupo de poderosos que deciden lo que podes ser, significa ser cómplice del asesinato de niños palestinos, afganos o irakíes, aportar al armamentismo internacional desembozado.
Somos, lo que somos, lo que podemos ser y lo que nos dejan ser, quienes dominan desde afuera y desde adentro, las realidades y la economía.
No es fácil, sentirse argentino cuando nuestras fronteras se abrieron de par en par, para que nuestros antepasados llegaran huyendo de las guerras que los «civilizados» provocaron con más de 60 millones de muertos.
Esas mismas fronteras que permitieron que la gran mayoría de los argentinos actuales seamos el resultado de una inmigración impresionante que hubo que congeniar en un crisol de razas.
Somos Argentinos, con defectos y virtudes. Ni mejores, pero tampoco peores que otros. Lo único que falta es que cada uno hagamos lo que nos corresponde hacer, sin criticar al de al lado y sin apropiarse de lo que no corresponde y cumplir con las normas que todos hemos establecido.
Pero, por favor, les pido a los filósofos de cuarta y a los «especialista deportivos», que hagan una auto crítica y después empiecen a trabajar para Argentina, como argentinos y no sueñen con otros países.