Por Silvia Guillot
Ayer cumplí años. Por supuesto, el número no interesa.
En general, cuando llegan las fechas de cumpleaños, se realizan balances que arrojan como resultado una variada gama de reacciones que van desde la alegría más profunda a la depresión más intensa, sin olvidar obviamente todos los matices intermedios.
Porque, ¿qué significa cumplir años?
Para un gran número de representantes del género humano es una consecuencia natural de estar vivo, para otro gran número es poco menos que un milagro.
A veces creo que la causalidad muchas veces se ve desplazada por la casualidad. ¿Qué hubiera ocurrido si en lugar de nacer en el siglo XX hubiera nacido antes? Y no digo en la Edad Media o en épocas renacentistas, ¿qué hubiera ocurrido si hubiera nacido en el siglo XVIII o a principios del XIX?
Si es mujer quien lee este comentario sabe a qué me refiero. Y no pretendo hacer una crónica con las dificultades que desde siempre ha enfrentado el género femenino; simplemente no puedo dejar de lado el hecho de que habría sido muchísimo más difícil sino imposible (esto depende más que nada de la sociedad a la que se pertenezca) tener mi espacio de expresión.
Este nuevo año me encuentra agradecida a la casualidad que me permitió nacer en un siglo de cambios sociales y de avances tecnológicos.
Los cambios sociales logrados tras largas y cruentas luchas de cientos de miles de personas (hombres y mujeres) que entendieron que la igualdad de oportunidades era un derecho común a todos los seres humanos. ¿Qué en una buena cantidad de lugares esto no se respeta? Lo sé. Pero también sé que, aunque a algunas sociedades les lleve más tiempo entenderlo, van a tener que rendirse ante esta evolución humana cuyo resultado conlleva el respeto desde y hacia cada uno de los individuos.
Los avances tecnológicos, por otra parte, me permiten llegar a ustedes: que no necesariamente piensan igual que yo, que tienen una rica historia que quizás compartan utilizando los mismos medios que yo, y que quizá también cumplan años hoy.
Ayer cumplí años y estoy feliz, quizá a la manera de los epicúreos, pero feliz.
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