El momento de la verdad de las elecciones en Estados Unidos está llegando después de la campaña electoral más dividida y «venenosa» que se recuerde en las últimas décadas.
Nunca como esta vez los estadounidenses son convocados a elegir entre dos visiones diametralmente opuestas. Y el resultado, a menos de 24 horas de la apertura de las mesas, sigue siendo incierto.
No obstante, los mercados y el resto del mundo observan con ansiedad el resultado de una elección cuyo impacto es global.
Un dato es cierto: el impulso del candidato republicano, Donald Trump, impetuoso en las últimas semanas, parece haber disminuido. Mientras, su rival demócrata, Hillary Clinton, parece estar en ventaja, en remontada gracias al rebote de las últimas horas en los sondeos de opinión.
El rebote se debe también a la decisión del FBI de cerrar definitivamente la investigación sobre los correos electrónicos que pesaba como una tonelada sobre la ex Secretaria de Estado y postulante a la Casa Blanca.
Pero estamos todavía dentro del margen de error: según la media del sitio especializado RealClearPolitics, está arriba por sólo tres puntos.
Trump continúa peleando en muchos «Estados clave». Y son 15 los que están indecisos -donde la diferencia entre los dos postulantes está por debajo de los 5 puntos-.
El objetivo es alcanzar el «número mágico» de los 270 grandes electores necesarios para conquistar la Casa Blanca.
Clinton por el momento tiene 203 seguros, contra los 164 de Trump. Quedan 171 en juego.
Con la diferencia que a la candidata demócrata le basta con prevalecer en dos Estados como Florida y Pensylvania para triunfar, mientras que al magnate le sirve obtener una serie de victorias en varios de los «Estados clave».
Hipótesis que podría transformar la noche de las elecciones en una verdadera carrera cabeza a cabeza con definición fotográfica.
De esta forma, las últimas horas de campaña electoral son para los dos desafiantes un verdadero competencia de fuerza, tratando de conseguir los últimos votos indecisos.
Tanto Clinton como Trump eligieron para el gran final Pensylvania, Hillary en Filadelfia, junto a su esposo Bill y su hija Chelsea. Y junto a la pareja más amada de Estados Unidos, Barack y Michelle Obama. En el escenario habrá personajes del calibre de Bruce Springsteen y Stevie Wonder.
El millonario neoyorquino, en cambio, lanzará su llamamiento final en la ciudad de Scranton, junto a su esposa Melania y a sus fieles seguidores.
«No necesito de las estrellas, necesito sólo de ustedes», repitió obsesivamente en los últimos actos.
Acusó el golpe de la decisión del FBI y lanzó un último duro ataque contra su adversaria. «Clinton es culpable, todos lo saben. No tendrían que permitirle que se presente para las elecciones», destacó.
«Ahora les toca a ustedes estadounidenses hacer justicia en las urnas», invitó a sus seguidores.
Mientras tanto, su equipo le quitó la gestión de la cuenta de Twitter, informó el New York Times, por considerarlo demasiado riesgoso teniendo en cuenta la votación. ANSA
