miércoles, noviembre 27, 2024

Castelli, Locales, Opinión

RECUERDO: ¡Que dolor hermano!

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Por Juan Alberto Poteca

Te fuiste Negro y nos habías prometido una visita. Estabas elucubrando ideas. “Tengo ganas de hacer algo de ruido», nos escribiste hace un tiempo atrás.

No pudo ser Negro, pero cuántos recuerdos guardamos de aquellos años de oro en la AM local.

Te tocara a la mañana o a la tarde, ahí estábamos con Santiago para hacer los flashes y comentarios del deporte.

Tú impronta y a veces tú espíritu de chiquilín, conjugaban una mezcla explosiva, llena de inventos y aventuras.

Tus locuras con Jorgito Mondi, un dúo inolvidable, se presentan en nuestra memoria y nos envuelve la nostalgia.

Recuerdo la organización de ustedes dos, del cincuentenario de la Liga Necochea de Fútbol.

Que alegría les causó nuestro contacto y la llegada a ese festejo, del maestro Fioravanti y del periodista deportivo Julio Ernesto Vila.

Ganaban y perdían plata a » lo loco». Pero lo importante, eran felices con lo que hacían. Los programas en la radio con Lucrecia, con Nelly, con Lía, eran un placer compartirlos.

No reparo en lo personal, en decir que por aquellos tiempos, disfrutábamos de una radio profesional hacia afuera y divertida adentro.

Te recuerdo siempre apurado, asustadizo, nervioso y enormemente profesional. Autodidacta, tanguero, nostálgico y peronista hasta la médula.

Pero peronista de Perón, como vos decías. Cada espacio que nos encontró juntos, nos permitió respetarnos y querernos. Siempre una anécdota de tú Villegas natal.

Siempre los recuerdos de muchacho vago. Siempre la evocación de las grandes figuras, con las que trataste.

Raúl Olivera vivió intensamente lo que hizo. Sus quijotadas populares, tenían mucho más de altruista que la búsqueda de salvarse haciendo un «mango».

Raúl era así, » mano suelta», desprevenido con los ventajeros, querible con los amigos y carismático con la gente.

Te fuiste » Negro» querido, ahora estás con tú venerada vieja, » Chicha», entrañable petisa que nos colmaba de atenciones en aquellas mesas bien servidas, rodeadas de amistad y afectos.

Que dolor hermano… se nos fue El Negro Olivera. Chau Raulito, no te olvidaremos.