miércoles, abril 24, 2024

Opinión

¿Ser consecuente u obsecuente?

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Por Horacio Castelli

En Necochea estamos viviendo momentos de definiciones en todos los ámbitos de su vida diaria. En lo político, institucional, educativo, sindical y personal. Y en la provincia también.

La consecuencia nunca se lleva bien con la obsecuencia.

Ser consecuente obliga a una línea de conducta que a veces provoca dificultades en la vida de las personas ya sea en lo laboral, social o de relación.

La obsecuencia permite logros rápidos en los tres rubros un buen puesto laboral con importante remuneración, un estigma social que muchos sueñan y la posibilidad de relacionarse con personas de fuerte poder económico y político.

La consecuencia se construye personalmente, en libertad de conciencia y siendo dueño de los debes y los haberes sin tener que compensar nada a nadie.

La obsecuencia construye lazos de intereses, sin libertad de conciencia y atado a las decisiones, humores y vaivenes de otros.

Ser consecuente te obliga a ser paciente, saber que tu conducta es el resguardo para muchos que no saben en quien confiar.

El obsecuente termina solo cuando ya no le es útil al dirigente, a la empresa, al sistema a quiénes les entregó su libertad.

Ser consecuente con una idea es saber siempre donde uno está parado y lo que se realiza en la vida diaria lleva el sello de la seguridad.

El consecuente se puede equivocar, se es humano; pero siempre desde la convicción y no desde la especulación.

La especulación justamente es el motor permanente del obsecuente. Y eso destruye cualquier lazo de confianza que se pueda tener.

El consecuente tiene la tranquilidad de conciencia que da la confianza en una idea, una ideología, una doctrina que le permite pararse frente a sus adversarios sabiendo lo que piensa, siente y quiere.

Se acercan momentos de definiciones en la política de nuestra ciudad y la provincia y nuevamente comenzará la lucha entre los “consecuentes” y los “obsecuentes”.

Los consecuentes no se arrepienten de ser amigos de sus amigos, ni los ocultan. Los reconocen, los muestran y se sienten orgullosos.

Los obsecuentes los esconden, los niegan. Excepto que los beneficien.

En los próximos días comenzamos a pensar hacia octubre del 2009, elijamos bien. Consecuentes u obsecuentes.

Los bonaerenses fuimos obsecuentes y nos metieron por la ventana una senadora del sur que no presentó un solo proyecto por Buenos Aires y después terminó siendo presidenta y ahora nos quieren meter por la otra ventana un ex presidente Pingüino como legislador bonaerense.