domingo, diciembre 22, 2024

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ARGENTINA: La fuga de capitales en el último año supera a la de la crisis de 2001.

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Preocupa a los analistas el ritmo de drenaje de capitales por la corrida que desató el conflicto entre el Gobierno y el campo. Anticipan un impacto en los niveles de inversión. LA SALIDA DE FONDOS LLEGA A U$S 19.900 MILLONES, MÁS QUE EN EL FIN DE LA CONVERTIBILIDAD.

La fuga de capitales que sufrió la economía argentina en los últimos 12 meses está llegando a cifras inquietantes. A tal punto es así que la cantidad de dinero que buscó refugio en otros países supera levemente a la salida de fondos que se registró en los momentos previos al quiebre de la Convertibilidad y durante la crisis que estalló a fines de 2001, la peor recesión de la historia argentina.

El economista Miguel Angel Broda estimó que entre el segundo semestre de 2007 y el primero de 2008 se fugaron del país u$s 19.902 millones. En tren de comparaciones, la cifra equivale al total de la deuda que la Argentina mantiene en default con los acreedores que no ingresaron al canje, y duplica el superávit comercial obtenido durante el año pasado.

Pero el dato más alarmante es que la salida de fondos actual está por encima de los u$s 18.703 millones que emigraron del país entre el segundo semestre de 2001 y la primera mitad de 2002, en pleno corralito, devaluación y pesificación. El informe del Estudio Broda & Asociados circula por la city porteña y puso la piel de gallina a más de un alto ejecutivo.

En los últimos 12 meses, la Argentina soportó dos corridas financieras. La primera fue por noviembre pasado, debido a las dudas sobre la salud de la economía de los Estados Unidos. La segunda se origina hace un mes y medio atrás gatillada por el conflicto entre el campo y el Gobierno; y ciertamente parece ser la más aguda en términos de huida de capitales.

Con los datos oficiales del segundo semestre de 2007 (extraídos de la Balanza de Pagos), Broda adicionó hasta marzo las cifras del Mercado Unico Libre de Cambios (MULC), que publica el Banco Central. Finalmente estimó la salida de fondos durante abril y mayo mediante una técnica combinada: tomó en cuenta la liquidación de divisas que informa la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC) –como proxy de la cuenta corriente–, y computó los datos de compra y venta de dólares del BCRA para sacar (por diferencia) el movimiento de capitales privados del período (que se informa dentro de la Cuenta Capital y Financiera de la Balanza de Pagos). El resultado de esta estimación arrojó la friolera suma de casi u$s 20.000 millones fugados, como se dijo anteriormente.

De todas formas, existen una serie de factores que permiten morigerar este drenaje de fondos en relación al estallido de 2001. Para empezar, a diferencia de entonces, ahora el modelo económico tiene un tipo de cambio flotante (en rigor, de flotación administrada o sucia) y no fijo. Eso permite que cualquier desequilibrio de la Balanza de Pagos sea compensado por una variación del tipo de cambio. Si salen capitales (déficit de la cuenta capital) se devalúa el peso para equilibrar el sistema vía un superávit de cuenta corriente. Este mecanismo resguarda en cierta medida al Banco Central de una pérdida excesiva de reservas, ya que la autoridad monetaria no tiene la obligación de salir a defender una paridad cambiaria determinada.

Por otra parte, en 2001 la salida de fondos por u$s 18.703 millones significaron 70% del total de reservas del Central. Ahora representan menos, 40%, porque las reservas llegan a u$s 48.500 millones.

La actual salida de fondos no se tradujo de manera directa en las arcas de la entidad que dirige Martín Redrado porque en los últimos 12 meses el organismo tomó créditos del Banco Internacional de Pagos de Basilea por cerca de u$s 5.000 millones. Además, se observó que una gran cantidad de divisas –que iban a ser ingresadas por los exportadores– directamente no pasaron por el mercado de cambios local. Ello –aseguran en el Estudio Broda– revela por qué actualmente debería registrase un exceso de oferta de divisas por cerca de u$s 7.000 millones, y sin embargo se verifica un déficit de dólares por u$s 1.800 millones.

Los analistas privados advierten que la salida de fondos terminará impactando negativamente en los niveles de inversión. El dato es crucial para un país como la Argentina, sediento de capitales que permitan ampliar la oferta de bienes y servicios, verdadera solución de largo plazo para dos de los grandes flagelos que hoy aquejan a la nación: la inflación y la crisis energética.