por Miguel ABÁLSAMO
El intendente Molina ha entrado en campaña electoral de la peor manera
utilizando vicios de lo desechable de la política. El ciudadano espera propuestas,
los nombres de las listas de concejales y los debates. El intendente ha
optado, propio de su desesperación, a la agresión y buscando atemorizar
al ciudadano. Hemos retrocedido en calidad, si recordamos aquellos
intendentes de la estatura de Coco Taraborelli y Edgardo Hugo Yelpo.
No hay vieja o nueva política, debe haber buena o mala. El intendente doctor Daniel Molina ha optado por subirse a la segunda, la agresión, los golpes bajos, recuerdos del pasado, poco presente y un casi nulo futuro por mostrar .Una pena, no se lo merece el ciudadano local, caer en algunas bajezas propias de la impotencia o la irracionalidad, sin aportar coherencia ,especialmente por un dirigente que tiene responsabilidades.
Al recordar en estos días el trágico accidente que hace 19 años le costó la vida al ex intendente peronista doctor Domingo José Taraborelli, o al unir la historia a la figura de don Hugo Yelpo, podría reflexionar que tiempo pasado fue mejor. Claro, estoy destacando dos dirigentes de valía real, dos señores de la política y de la sociedad. ¿Se imaginan a Yelpo y Taraborelli haciendo campaña al estilo Molina…? de más está decir lo que usted se imagina y piensa.
El trato de Molina, su estilo de confrontación, lo convierten en una soberbia que también en el fondo esconde cierta ignorancia. Ojo…ignorantes somos todos, porque desconocemos el noventa por ciento de los temas, yo me refiero a ignorancia en la política que no debe tener un dirigente, más aún si es un intendente.
Molina dice cosas a grosso modo, con superficialidades que quiere transmitir como verdad seria ante la gente. El ciudadano sabe que los dobles discursos han dominado la escena ¨molinista¨ en los últimos tiempos, que sus amigos socialistas y buenos vecinos apenas aparecen en las listas de candidatos, y todavía no sabe a ciencia cierta el camino por seguir, sumado a sus sempiternas incongruencias dentro de la Unión Cívica Radical, que no es tiempo de seguir adjetivando en esta columna.
Molina utiliza lo peor para sacarlo a la luz. Su ofensa para quien no piensa igual lo convierte en un autoritario de bajo perfil, como excusa para no mostrar el verdadero rostro. Detrás de su figura existen 400 empleados nuevos en el municipio, algunos necesarios otros clientelismo, con sueldos superiores a los 1.500 pesos en la mayoría de ellos, detrás de su figura un descuido al medio ambiente, sobrepasando límites, caso Ponal Group, a quien el estado que orienta debería controlar y termina colocando empleados amigos en la empresa a través de su influencia. Detrás de su figura esta la adjudicación del camping Americano, caso que está en la justicia esperando salir del cajón, o la confusa situación de la venta ambulante en la arena necochense, y los últimos avatares de la playa de estacionamiento de camiones en Quequén, que sigue con olor a chiquero.
Molina quiere embarrar la cancha para no discutir el presente con 20 millones de pesos de déficit que quedará de herencia para el próximo gobierno. Pretende embarullar para desviar la atención del mare mágnum que tiene en sus casi cuatro años de mandato. Lo hace de peor forma y con mediocridad de panfleto estudiantil.
Se terminó el tiempo de la agresión y la descalificación fácil, esto dura un tiempo, la gente es sabia y prudente, no debemos subestimarla.
´…Es muy tonto hablar de uno mismo..Decía Pascal, cuando le preguntaban sobre su persona. El intendente ha tomado la costumbre, de hacer un culto propio de su figura, con ayuda de algunos denominados..¨sidaniel¨… que en nada colaboran al clima de paz que necesitamos en la ciudad aunque exista una campaña política en el medio.
Esperemos se dejen las chicanas de entrecasa, los escritos agraviantes, y se comiencen a discutir propuestas. Ver debates, allí deberá demostrar Molina que la única verdad es la realidad, y quienes pretendan sucederlo, Gastón Guarracino, Oscar Pérez, etc… estén mejor preparados para gobernar que lo estaba el propio Molina cuando llegó al poder.
Aspiró a que sobre la ira, que muchas veces es la furia de la debilidad, que muestra el intendente, sobrevuelen fantasmas de convivencia, y diálogo político, emulando a figuras como Taraborelli o Yelpo, que debería imitar, más que nombrarlos o ponerle el nombre de uno de ellos al Polideportivo Municipal.