La visita anual a la Feria del Libro que realizan miles de docentes, provoca una felicidad que es difícil de igualar.
Se encuentran con los textos que trabajan con sus alumnos, y con lo que el año próximo incorporarán.
Satisface ver el entusiasmo real que se les vislumbra en sus miradas, que son tan impactantes como la de los más pequeños.
La posibilidad de haber participado de distintas charlas y poder escuchar a los autores de los libros es impagable.