… La culpa siempre la tiene el otro.
Por Guillermo R. Sturla grs@telpin.com.ar
El inefable Tato Bores; en uno de sus creativos y punzantes monólogos allá por los ´80 y ante la discusión sobre quien era culpable de la situación argentina, concluía conformando a todas las partes en debates exclamando: “¡Paren la mano! ¡No peleen más! Ya sé quien tiene la culpa de todo lo que nos pasa. El culpable es el OTRO”. Siempre en la Argentina la culpa la tiene el “OTRO”. Finaliza el monólogo, explicando que los que antes peleaban, se amigaron y se fueron tranquilos porque el REO había sido hallado, era el “OTRO”.
Ahora bien, el dilema argentino es saber “¿Y quien es el OTRO?”.
En demasiadas oportunidades solemos preguntarnos ¿Por qué estamos como estamos? ¿Qué hicimos para llegar a instancias tan difíciles? ¿Algún día seremos previsibles?
Aclaro a las faunas dirigenciales, que no me refiero sólo a aspectos económicos, sino a cuestiones más profundas y vivenciales. Geografía generosa, clima variado, cuatro millones de kilómetros cuadrados para cuarenta millones de habitantes hacen que, éxito o fracasos sean exclusivamente responsabilidad nuestra.
Pareciera ser que los argentinos tenemos una frazada corta. Para taparnos el cuello dejamos desnudos los pies y siempre por alguna causa nos aterimos de frío. Así convergemos en una sociedad deformada por la injusticia, la corrupción y la nivelación permanente hacia abajo. El meollo es… ¿No lo vemos o no lo queremos ver? ¿Nos lastima lo que observamos o somos indiferentes? ¿Intentamos reciclar y positivizar o preferimos esconder la basura debajo de la alfombra?
Ante una crisis de representación política que está subyacente en la gente, ante la implosión y desteñimiento de los partidos políticos, ante los problemas de todos los días de los ciudadanos rasos… ¿podrá sostenerse el “pan y circo” acostumbrado?
La tragicomedia de la política argentina y sus líneas divergentes, marca un severo retroceso y confusionismo en lo esencial: DOCTRINA – CONVICCIÓN – LÍNEA DE PENSAMIENTO – PROYECTO ESTADO-PAÍS – IDENTIDAD –
Hemos pasado de la “Tribuna de doctrina” a la “Tribuna popular”, poblada de barrabravas.
Lo más alarmante es que todo esto pone a los ciudadanos como simples espectadores de una situación política que no se intenta comprender y que nos impide interpretar el verdadero rol que nos corresponde a quienes somos parte de un sistema democrático de gobierno: ser AGENTES CRÍTICOS, PARTICIPATIVOS, PROTAGONISTAS Y TRANSFORMADORES de la situación nacional.
Cada uno de nosotros y desde los diferentes roles, debemos aproximarnos al análisis y a la reflexión política sobre todo lo sucedido en nuestra patria, intentando comprender el presente y visualizar los diferentes canales de cambio social.
Con la necesaria prudencia y seriedad deseo mencionar lo que el filósofo francés PIERRE ROSAMVALLON explica muy claramente: “La desconfianza de los ciudadanos en los dirigentes puede destruir la democracia si ésta se separa de la participación y se da sin una organización de legitimidad y legalidad. En la Democracia moderna deben ser determinantes los métodos de control ciudadano. La estrictez es fundamental”. Agregaría que el castigo debe ser ejemplarizador.
Permítaseme preguntarme ¿y por casa cómo andamos?
¡Pero qué atorrante e inescrupuloso resultó ser el “OTRO”!