Son los mismos que analizaron la salud mental del denominado «tirador de Belgrano» en la causa por la portación del arma que mató a Alfredo Marcenac. Para el padre de la víctima, los especialistas hicieron un examen «incompleto».
Una psicóloga y un psiquiatra que analizaron la salud mental de Martín Ríos en la causa que tuvo en San Isidro por la portación ilegal del arma con la que cometió los ataques en Belgrano, aseguraron este lunes que el imputado es un enfermo psicótico esquizofrénico que no comprende la criminalidad de sus actos ni puede dirigir sus acciones.
Se trata de dos de los seis especialistas que entrevistaron a Ríos en 2008 cuando el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 7 de San Isidro debía enjuiciarlo por la portación ilegal de su pistola Bersa Thunder .380 con la que fue detenido el 14 de julio de 2006 en la localidad bonaerense de Munro, partido de Vicente López.
A partir de los informes de estos especialistas, el mencionado tribunal de San Isidro declaró a Ríos inimputable y fue sobreseído en la causa de la justicia bonaerense, aunque con una medida de seguridad con internación en un psiquiátrico.
El testimonio de estos expertos ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 12 porteño a cargo del juicio por la causa del crimen del homicidio de Alfredo Marcenac, es clave para la defensa del denominado «tirador serial de Belgrano».
Es que el abogado defensor, Ángel Ramallo considera «un mamarracho jurídico que Ríos haya sido declarado inimputable de un lado de la General Paz, en provincia, y pretendan que sea imputable y condenable, del otro lado, en Capital».
El primero en declarar este lunes frente a los jueces Ana Dieta de Herrero, Alfredo Rizzo Romano y Carlos Bruno, fue el médico de la policía bonaerense que revisó a Ríos a pocas horas de su detención en la comisaría de Munro aquel 14 de julio de 2006, Julio Dobalo.
El testigo señaló que tal como volcó en su informe médico, al momento del examen Ríos estaba «lúcido y ubicado en tiempo y espacio, no presentaba signos de toxicidad por sustancias o alcohol, estaba algo nervioso y no se apreciaba una actividad delirante o alucinatoria».
A preguntas de la presidenta del tribunal, la jueza Dieta de Herrera, Dobalo aclaró que a Ríos se le realizaron preguntas muy básicas y que su conclusión no responde a un estudio psicológico porque él no era experto en la materia.
Luego declaró la psicóloga Silvina Catera, del gabinete de Psiquiatría Forense del Servicio Penitenciaro Bonaerense, quien fue una de las profesionales que entrevistó en tres oportunidades a Ríos en su estadía en la Unidad 34 del neuropsiquiátrico de Melchor Romero, donde a mediados de 2008 el imputado fue derivado por la justicia de San Isidro para que evalúen si era o no inimputable.
Catera fue contundente al sostener que a partir de los test que realizó con el paciente (Rorschach, Bender, etc.) Ríos tiene «una personalidad psicótica», que «no puede controlar sus impulsos», que «no comprende la realidad, sino que vive una realidad propia del tipo persecutoria» y que «tiene un alto potencial de peligrosidad para sí y para terceros».
La psicóloga además descartó la posibilidad de que Ríos haya sido entrenado para hacerse pasar por un demente porque aplicó un test particular para ello llamado MMPI-2. «Descarto la simulación, las respuesta de Ríos fueron consistentes, no mintió», dijo al respecto la perito.
También explicó que el movimiento constante de balanceo del tipo autista hacia adelante y atrás que realizó durante sus entrevistas -llamado «rocking»-, y que también pudo ser apreciado en la jornada inicial del juicio, es «una señal de ensimismamiento porque percibe que el mundo es agresivo hacia él».
«Llevaba el arma porque su realidad es persecutoria y con el arma intenta defenderse», sostuvo para explicar por qué Ríos salía armado a la calle.
Catera hizo mención a que Ríos sufría alucinaciones sonoras y en ese sentido recordó que en una oportunidad el paciente le dijo que «escuchaba voces que le pedían ‘sangre, sangre, sangre’ y que sólo desaparecían cuando respondía a ellas».
La psicóloga hizo hincapié además en un par de dibujos que realizó Ríos en los test y que definieron su patología, y en ese sentido recordó y mostró a los jueces, las partes y el público la representación que el imputado hizo de su familia sentada a una mesa donde estaba su padre dibujado sin pies, su hermana y él, pero no graficó a su madre.
También mostró otro de los dibujos en lápiz en los que a Ríos se le pidió que dibujara una persona con un arma e hizo a un hombre con un cuchillo.
«Este dibujo denota una descompensación psicótica. El cuchillo forma parte de una de las falanges de las manos. Y el hecho que haya dibujado uno de sus brazos extendidos, señala una proyección de su agresividad hacia el exterior», comentó la especialista.
Catera además mencionó que Ríos padecía «alucinaciones olfativas, de las más graves en la psicosis, ya que decía que sentía olores nauseabundos y que en una oportunidad le pegó a una señora desconocida en la calle por eso».
Ante la pregunta del fiscal Carlos Giménez Bauer respecto a si en tres entrevistas de un total de nueve horas pudo diagnosticar un trastorno esquizofrénico, Catera contestó que sí, que esta enfermedad en el paciente se dio desde la infancia.
Luego declaró el médico psiquiatra Pablo Burgueño, quien pertenece a la Asesoría Pericial dependiente del Departamento Judicial de San Isidro y evaluó también en 2008 a Ríos, y en cinco oportunidades, para determinar si era o no imputable en la causa por la portación del arma.
Al igual que la psicóloga Catera, Burgueño dijo que llegó a la conclusión de que el día del hecho Ríos no comprendía la criminalidad de sus actos ni podía dirigir sus acciones porque «padece una esquizofrenia del tipo simple».
Al ser consultado por el defensor Ramallo si Ríos podía haber simulado y engañado a lo largo de sus internaciones a 14 especialistas que lo evaluaron, para hacerse pasar por un esquizofrénico, Burgueño contestó: «No lo creo posible».
«Hemos descartado el diagnóstico de simulación por el hecho de la constancia de su conducta en los años que lleva de internación», explicó.
El psiquiatra sostuvo que Ríos «está alienado, fuera de sí. No puede distinguir el bien del mal. No puede comprender lo que es estar en un juicio».
Cuando el fiscal Giménez Bauer le preguntó cómo podía explicar su diagnóstico con lo que el médico Dobalo, que lo revisó a horas de su detención, habían escrito y señalaba que Ríos estaba ubicado en tiempo y espacio y no presentaba alucinaciones, Burgueño explicó que «no hay necesidad de la presencia de un delirio o una alucinación para un diagnóstico de esquizofrenia».
«Para mí el día de su detención tenía el psiquismo totalmente alterado», añadió.
Por último, Burgueño descartó que el hecho de que Ríos haya huido de las escenas del crimen luego de sus ataques sea incompatible con un esquizofrénico.
«Puede entender, pero no comprender», dijo al explicar que «en la comprensión hay un elemento valorativo del que carece Ríos por su enfermedad».
Adrián Marcenac, padre de Alfredo, el chico asesinado por Ríos el 6 de julio en avenida Cabildo al 1700, aseguró este lunes por la mañana que estos peritos que lo declararon a Ríos inimputable en provincia hicieron un examen «incompleto» y fue realizado en base a un preconcepto.
Margarita Olavarría y Florencia Grimpspum, dos de las peritos de la Asesoría Pericial de San Isidro que iban a declarar este lunes, no lo hicieron porque fueron desistidas por todas las partes.