
¿Cómo estás?
Yo bien, y con ganas de comentar la noticia de ayer: la aprobación, por parte del directorio de YPF, de completar la venta de Profértil al consorcio integrado por Adecoagro y la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA). Hay mucha tela para cortar.
Adeco y ACA ya le habían comprado el 50% a la canadiense Agrium, que había decidido retirarse de Profértil como parte de un proceso de saneamiento interno. La noticia había sacudido al mercado. Y vino la sorpresa, hace apenas dos semanas hicieron una oferta irrevocable para adquirir el otro 50%, en manos de YPF, para quedarse con el 100% de la empresa. Ahora será 90% de Adecoagro y 10% de ACA.
La operación total insumirá 1.200 millones de dólares. Es una cifra impresionante. Vale la pena recordar que Adecoagro cotiza en el Nasdaq bajo el “ticker” (sigla) AGRO. Es decir, agro en Wall Street es una empresa agroindustrial argentina que en apenas 20 años se convirtió en referencia mundial en la producción de alimentos y bioenergía. Tanto, que despertó el interés de Tether, la más grande operadora de criptomonedas del mundo. En la búsqueda de “bajar a tierra” la inmensa masa de dinero que mueven con los USDT, eligieron invertir en esta empresa, con la que además de hacerse de miles de hectáreas y plantas industriales en Argentina, Brasil y Uruguay, ven enormes sinergias. Por ejemplo, la utilización de fuentes renovables para el minado de criptomonedas, que requiere enormes fuentes de energía.
La participación de ACA es sumamente relevante. Aporta fundamentalmente red de distribución para la urea de Profértil. ACA es un gran jugador en el mercado de fertilizantes, asociado con Bunge en varias operaciones industriales y logísticas. Es una entidad de “segundo grado” que integra más de 60 cooperativas diseminadas por todo el interior productivo, con más de 50.000 productores asociados.
Profértil es gas que sublima bajo la forma de urea granulada. Esto se hace en el polo petroquímico de Bahía Blanca. Dato al margen: allí está también la mayor productora de polietileno del país. El mayor destino del polietileno es hoy la elaboración de silobolsas. En otras palabras, los derivados industriales del gas terminan siendo insumos de la producción agrícola. El agro le agrega valor al gas. También al petróleo convertido en gasoil y hasta en asfalto. Las rutas se consumen en llevar el campo al puerto. Los neumáticos de los camiones y las camionetas también son derivados petroquímicos.
El tema del fertilizante es crítico para la Argentina, y para todo el mundo agrícola. Más de la mitad de la producción mundial es hija de este invento de los alemanes Haber y Bosch de principios del siglo XX, cuando lograron sintetizar amoníaco (precursor de la urea) a partir del gas natural. Por supuesto, quienes contaban con gas se encontraron con un negocio fabuloso. Entre otros, Rusia, que se convirtió en un proveedor global indispensable.
Pero Rusia está en problemas. La semana pasada, drones ucranianos atacaron en gran escala múltiples instalaciones químicas cerca de Veliky Novgorod. El comandante de las Fuerzas No Tripuladas de Ucrania, Robert Brovdi, dijo en una publicación en Facebook que los drones atacaron las plantas de Acron y Dorogobuzh, que producen ácido nítrico, amoníaco y otros precursores utilizados en la producción de explosivos.
Esto provocó una suba inmediata del precio de las acciones de las principales empresas globales de fertilizantes: Mosaic, un 6,8%, CFIndustries un 3,9; Nutrien un 4,3%, FMC un 5% y Corteva un 2,4%. Los inversores reaccionaron de esta manera ante las preocupaciones sobre posibles interrupciones del suministro de fertilizantes, si el daño a la capacidad de producción rusa resulta significativo.
Con las voluptuosas reservas de Vaca Muerta, el futuro de Profertil no puede ser otro que el crecimiento. Es una de las mayores reservas de shale gas a nivel mundial, y todo indica que en la medida en que la macroeconomía argentina se vaya ordenando, fluirán las inversiones necesarias para concretar la infraestructura necesaria para llevar el gas a destino. Lo más plausible es exportarlo con valor agregado, y allí está Profértil, donde cuentan desde hace tiempo con proyectos de ampliación de capacidad instalada.
Y más plausible todavía es destinar una mayor cantidad de urea al mercado interno, donde todavía estamos lejos de alcanzar aunque sea niveles de reposición de los nutrientes que se van todos los años con las cosechas. No es solo nitrógeno, que por suerte está en el aire y todo es cuestión de precipitarlo a tierra bajo la forma de urea. Pero si este año tenemos una cosecha récord de casi 28 millones de toneladas de trigo, eso se lo debemos al nitrógeno. Al de Profertil, al de Bunge y al importado. El que se convierte en granos, y luego también en carne, lácteos, pollos, cerdos y huevos. Una cascada de valor que ahora se potencia con esta inversión de Adecoagro y ACA.
