
La Tragedia que Nos Sacude en Necochea
Este fin de semana, la ciudad de Necochea ha sido testigo de una tragedia que nos duele profundamente y nos obliga a detenernos y reflexionar sobre el rumbo que estamos tomando como sociedad.
Un joven de tan solo 16 años le quitó la vida a otro de su misma edad con una puñalada. No es un incidente aislado; es la culminación de un clima de violencia que se reporta noche tras noche, año tras año, sin que se tomen decisiones efectivas para ponerle fin.
Los incidentes violentos, las peleas a la salida de boliches o en espacios públicos, incluso entre adolescentes, se han vuelto lamentablemente comunes.
Las peleas entre chicas, filmadas y alentadas por quienes las rodean, son la moneda corriente de una generación que parece haber perdido el límite.
Hoy estamos analizando la muerte de un adolescente. Y la experiencia nos dice que, lamentablemente, el análisis durará unas horas o días, y luego, el tema caerá en el olvido hasta que la próxima tragedia nos despierte de nuevo.
¿Por qué permitimos este ciclo de dolor y amnesia?
- La Lucha Silenciosa de los Docentes: Los educadores, en las instituciones, luchan a diario contra situaciones anormales, pidiendo auxilio sin ser escuchados. Cuando enfrentan dificultades, son sancionados y quedan sin herramientas para establecer la autoridad y los límites necesarios. Esto contribuye a que los adolescentes no adquieran el razonamiento y el autocontrol necesarios para evitar finales tan trágicos.
- La Crisis de la Socialización Primaria: La base de todo es la falta de socialización primaria, la que corresponde a la familia. Esto es un problema que atraviesa todos los niveles sociales. Luego, se pretende que los docentes, que ya están desbordados, inculquen los valores fundamentales que no fueron apropiados en el seno familiar.
- Una Responsabilidad Colectiva: Estas tragedias no nacen de forma espontánea en una noche. Son el final de un largo y oscuro camino que, como adultos y como sociedad, hemos estado mirando desde lejos, como si no fuera nuestra responsabilidad.
Es hora de que los mayores, las instituciones, los gobiernos y las familias de Necochea asuman su rol. La indiferencia y la falta de acción han costado una vida. Debemos generar un debate serio y profundo, que no se quede en el lamento, sino que desemboque en medidas concretas y sostenibles para rescatar a nuestros jóvenes de esta espiral de violencia.
No podemos esperar a la próxima tragedia. Es un llamado de atención urgente.
