Agro, Economía, Nacionales

El agro no para, menos mal

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Héctor Huergo (Clarín)

¿Cómo estás?

Espero que bien, a pesar de las preocupaciones obvias de estos días. Al fin y al cabo, la apuesta al trigo funcionó bien. Más allá del drama de las inundaciones en la provincia de Buenos Aires, la contracara es que donde no hay agua los lotes están lindísimos. En todo el país, de norte a sur.

En el NEA, donde hasta hace poco era considerado como un cultivo de servicio, antecesor imprescindible para la soja de segunda (que allá es de primera, porque se siembra a fines de octubre), ahora esperan rindes sorprendentes, quizá por encima de los 30 quintales. Una de las grandes organizaciones de siembra, con más de 15.000 hectáreas en el Chaco, Santiago del Estero y norte de Santa Fe, está incorporando cabezales stripper para acelerar la cosecha y contar con el rastrojo ideal para la siembra de soja.

También se abre paso en Corrientes, donde Copra en Mercedes hace la punta: el año pasado fue protagonista con el remate del primer lote de trigo de la campaña, con varios lotes por encima de los 40 quintales, en este caso bajo riego en la rotación con las arroceras.

Así, se rompen varios paradigmas. Primero, que el trigo es exclusivo de zonas templado-frías, para cumplir con sus requerimientos de frío. Pero la genética está cambiando la historia. Sucede en Brasil, donde desde hace años están obsesionados con zafar de la dependencia de las importaciones. Es todo un desafío para la Argentina, que encontraba allí un mercado ideal dada la preferencia Mercosur: otros orígenes deben pagar arancel de importación, aparte del costo logístico por lejanía.

Y se suma Paraguay, donde un gran profesional argentino, Pablo Abbate, está colaborando con el desarrollo triguero. Pablo acaba de jubilarse después de una prolífica labor en el INTA, donde en los últimos años impulsó la idea de la intersiembra de soja adentro del trigo. Una técnica que comenzó ahora a ensayarse en el estado no triguero de Indiana (corazón del cinturón maicero/sojero), y que en la Argentina sigue en las gateras. La idea es anticipar la siembra de la soja, sabiendo que cada día de atraso cuesta medio quintal.

La intersiembra es un modo de acelerar la implantación del cultivo de segunda. Pero la clave es la aceleración de la cosecha. De allí el renovado interés por los cabezales despojadores. No solo permiten entrar antes, cuando el grano está listo pero la paja está todavía verde. Pero además se puede cosechar más horas por día: se arranca más temprano y se sigue aún con la paja revenida, ya que esta no ingresa a la máquina. No corta la espiga, directamente extrae los granos, que entran en la cosechadora ya totalmente trillados. Lo único que tiene que hacer la máquina es zarandear y sacar la granza y trozos de “MOG” (Material Distinto a Granos), con lo que hay un enorme ahorro de energía. Esta es la ventaja para el contratista, que además puede duplicar la capacidad de la misma máquina.

Pero el gran beneficio es para el productor, porque la siembra sobre el rastrojo en pie es mucho más fluída, se evita que mucha semilla quede afuera y se logra un mejor stand de plantas. En particular, en campos de altos rindes y mucha paja, donde hay que lidiar con rastrojos densos. Ni hablar en la cebada, donde hay que buscar las espigas bien abajo y con los cabezales convencionales las máquinas van “embuchadas”, las pérdidas son elevadas y dejan un rastrojo muy complicado. Un productor de Dorrego siembra y cosecha más de 3.000 hectáreas de cebada con este sistema. No hace cultivo de segunda, simplemente deja el rastrojo como cobertura, algo fundamental en esa región subhúmeda.

En el caso del trigo, la alternativa es cosechar más arriba, pero con la tendencia a una fertilización más completa, aparecen manchones revolcados, que obligan a ir abajo. Los cabezales despojadores los levantan sin problemas, ya que el rotor peina los granos al girar en sentido inverso a la dirección de avance. Por esta razón se generalizaron en los trigos bajo riego en los Estados Unidos. Aquí también: una gran empresa agropecuaria que riega miles de hectáreas en Huanguelén los adoptó definitivamente en sus cosechadoras propias, sumando los beneficios de contratista y productor.

A medida que se incrementa el potencial de rendimiento, se van sumando tecnologías que acompañan y potencian los sistemas. Hay un fuerte debate sobre los beneficios de los insumos biológicos, que está lejos de ser dirimido. Prueba y error. Hay algunos que no se discuten. Pero otros todavía requieren despejar dudas.

Lo fantástico es que las jornadas técnicas siguen atrayendo a decenas de productores y agrónomos, subrayando con fuertes trazos de evidencias que, a pesar de todo, el agro no para. Menos mal.