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ECONOMÍA: Morosidad en tarjetas y préstamos

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El costo del dinero dispara la morosidad de tarjetas y préstamos

La combinación de altas tasas de interés, inflación persistente y salarios estancados está generando un fuerte aumento en la mora de los pagos de deudas de consumo en Argentina.

Según datos oficiales, la morosidad en los pagos de tarjetas de crédito y préstamos personales ya supera el 5% y sigue en ascenso, un reflejo de la dificultad de las familias para hacer frente a sus obligaciones financieras.

El salto en el costo del financiamiento se produce en un contexto en el que el crédito al consumo, tanto en tarjetas como en préstamos personales, venía mostrando un crecimiento sostenido.

Sin embargo, los salarios no acompañaron ese ritmo, creando una brecha entre ingresos y deudas que ha derivado en un incremento de los incumplimientos.


Una deuda que crece más rápido que los salarios

A mayo, la mora en tarjetas de crédito alcanzaba el 4,2%, más del doble que el año anterior, mientras que en préstamos personales se disparaba al 5,6%.

Banqueros consultados por la Agencia Noticias Argentinas remarcaron que esta tendencia no se ha detenido y se espera que las dificultades sigan aumentando hacia fin de año.

El costo de financiarse es cada vez más elevado. Las tasas nominales anuales para saldos impagos en tarjetas de crédito se ubican entre el 76% y el 90%. Al sumar impuestos y gastos administrativos, el Costo Financiero Total (CFT) supera el 100%.

En el caso de los préstamos personales, el CFT para un buen historial crediticio puede ser de más del 140%. Esto se ve agravado por la presión impositiva, que añade IVA e Ingresos Brutos al interés, encareciendo aún más la deuda para las familias.


Una bola de nieve financiera

La situación se vuelve especialmente riesgosa para quienes solo pagan el mínimo de la tarjeta de crédito. Con intereses que duplican o triplican el capital original, el endeudamiento se transforma en una bola de nieve difícil de frenar.

Aunque no todos los clientes están expuestos de la misma manera, el impacto es mayor en aquellos con salarios inestables o que ya arrastran atrasos. Por el contrario, quienes tienen ingresos estables y buen historial crediticio consiguen condiciones más favorables.

El aumento de la morosidad no solo muestra la presión del costo financiero, sino también la fragilidad de los ingresos reales. Con más de la mitad de la población bancarizada, las familias argentinas dependen cada vez más de líneas de crédito que son cada vez más caras para sostener el consumo.

Las proyecciones privadas anticipan que la morosidad seguirá creciendo en lo que resta del año, en sintonía con la estrategia del gobierno de mantener tasas altas para controlar el tipo de cambio.

El desafío para los hogares será administrar sus deudas en un contexto donde el crédito ya no es una alternativa accesible, sino un riesgo cada vez mayor.