Tierras «Imprescindibles» para la Transición Energética: Ni Raras, Ni Tierra, Pero Clave
A pesar de su denominación equívoca, las llamadas «tierras raras» se han posicionado como elementos cruciales en el debate sobre la transición energética global. Lejos de ser escasas o constituir tierras en el sentido tradicional, este grupo de 17 elementos químicos despierta un creciente interés, tal como lo demuestra la administración de Donald Trump, que recientemente cumplió 100 días en el cargo y ya explora acuerdos para su explotación, como el rumoreado interés en Ucrania.
Praseodimio, cerio, lantano, neodimio, samario y gadolinio son algunos de los nombres que resuenan en la industria tecnológica y, especialmente, en el sector de las energías renovables. Estos metales pesados, de aspecto similar y usualmente encontrados mezclados en los mismos minerales, poseen propiedades únicas derivadas de su configuración electrónica, lo que los convierte en materiales altamente valiosos para diversas aplicaciones.
Su «rareza» histórica no se debe a su escasez geológica, comparable a la de metales comunes como el cobre o el zinc, sino a la dificultad para identificarlos y separarlos de los minerales donde se encuentran. De hecho, con la excepción del prometio, un elemento radiactivo extremadamente raro, las tierras raras son relativamente abundantes en la corteza terrestre.
Aplicaciones Tecnológicas y su Rol en la Energía Verde
Las propiedades magnéticas de elementos como el neodimio y el praseodimio son fundamentales en la fabricación de imanes permanentes de alta potencia, esenciales en dispositivos cotidianos como smartphones, auriculares y ordenadores, pero también en tecnologías avanzadas como máquinas de resonancia magnética, radares y satélites.
Su papel se vuelve aún más trascendente en el ámbito de las energías verdes. Los imanes de tierras raras son cruciales en la fabricación de vehículos eléctricos, donde ofrecen resistencia al calor y potencia en los motores. Asimismo, optimizan la eficiencia de los generadores eólicos al multiplicar la velocidad de giro sin necesidad de complejos sistemas de engranajes. Incluso, en China, se utilizan en la construcción de trenes de levitación magnética de bajo consumo energético.
Más allá del magnetismo, las tierras raras también exhiben propiedades lumínicas. El europio y el terbio son utilizados en pantallas para generar colores vivos, mientras que el erbio es vital para la transmisión de señales en cables de fibra óptica, infraestructura esencial para la comunicación global.
El Monopolio Chino y la Búsqueda de Alternativas
Si bien China posee las mayores reservas mundiales de tierras raras (alrededor del 37%), su dominio en la producción ha sido aún más pronunciado, llegando a controlar cerca del 90% del mercado en algunos momentos. Este liderazgo, consolidado a partir de los años 90, se sustentó en gran medida en laxas regulaciones medioambientales, generando graves problemas de contaminación en regiones como Mongolia Interior.
Aunque el gigante asiático busca proyectar una imagen de mayor responsabilidad ambiental, la herencia de una industria extractiva contaminante persiste. Esta situación ha impulsado a diversos países a buscar alternativas y reducir su dependencia de China.
Vietnam y Brasil, poseedores de la segunda y tercera mayores reservas respectivamente, aún mantienen una producción modesta. Estados Unidos, Birmania (Myanmar) y Australia figuran como otros productores, aunque con volúmenes significativamente menores. La situación en Birmania es particularmente delicada, ya que China ha trasladado gran parte de su producción a la conflictiva región de Kachin, con denuncias de graves impactos ambientales y sociales.
En Europa, Noruega (Telemark) y Suecia (Kiruna) han identificado importantes depósitos. Sin embargo, la preocupación por la contaminación asociada a la minería ha impedido su explotación hasta el momento. En España, se han localizado enclaves de interés en diversas comunidades autónomas, como Canarias, Andalucía, Galicia, Extremadura y Castilla-La Mancha.
El Impulso del Reciclaje y Nuevas Fuentes
Ante la creciente demanda de tierras raras impulsada por la transición energética, la búsqueda de fuentes y métodos de extracción más sostenibles se vuelve imperativa. El reciclaje emerge como una solución clave, aunque actualmente solo se recupera un escaso 1% de estos materiales presentes en los residuos electrónicos. La complejidad de separar las tierras raras de las aleaciones en las que se utilizan representa un desafío importante.
No obstante, la investigación también explora fuentes alternativas, como las cenizas de combustión del carbón y los escombros mineros, donde se han detectado cantidades aprovechables de estos elementos. El desarrollo de procesos de recuperación sostenibles, viables comercialmente y respetuosos con el medio ambiente se erige como una prioridad para garantizar un futuro energético más limpio y seguro.
