Por Héctor Huergo
Hola , ¿cómo estás?
Yo, muy bien, en particular por lo que ocurrió hace un rato, cuando ingresó en Palermo el primer toro de la Rural 2023. Con buen tino, las autoridades de la entidad propusieron que fuera un toro de la raza Shorthorn, conmemorando los 200 años de la llegada de Tarquino. Fue el Shorthorn que vino de Gran Bretaña para fundar la ganadería moderna en la Argentina, dando lugar al gran negocio/país que nos ubicó en el mapa mundial entre 1860 y 1930.
Pero esa historia es conocida. Después de Tarquino llegaron Virtuoso (Angus) y Niágara (Hereford). Los elegidos de los criadores, perpetuados en la etiqueta del emblemático whisky argentino, para mestizar las vacas cimarronas. El alambrado, los molinos, la alfalfa, los gringos. El ferrocarril y los frigoríficos. La mejor carne del mundo, y granero del mundo como subproducto de la vocación ganadera de estas pampas. Todo esto ya lo sabés.
Quiero contarte, en cambio, algunas cosas que seguramente no conozcas, y que tienen que ver con la raza y sus hombres. El mejor testimonio es la nota que publicamos hace exactamente 30 años en la tapa de Clarín Rural: “Tarquino es Gardel en Alemania”. Con una extraordinaria ilustración de Horacio Cardo, que engalanó el suplemento durante años, hasta su desaparición física.
La nota se refería a la iniciativa de un criador de Shorthorn de Trenque Lauquen, Héctor Mario Eyherabide, que había concretado un negocio de exportación de carne de sus novillos puros a Alemania. Me enteré por casualidad: era cuñado de un amigo, Héctor Micheo, quien se iba a reunir con el entonces secretario de Agricultura, Felipe Solá, para contarle sus penurias. La mano venía mal para el campo, en el arranque de la Convertibilidad. Me sumé a la tertulia.
Allí, Eyherabide contó que trajo a un alemán, propietario de varias carnicerías, para mostrarle lo suyo en el oeste: “800 novillos engordando en una alfalfa hasta la verillas. ¡Quedó loco! Me encargó 10 toneladas de esa carne”.
-¿Y cómo vas a hacer? – le respondió Felipe–, vas a necesitar un frigorífico.
-Sí, por supuesto. Pero me parece que corresponde que me des 10 toneladas de Cuota Hilton. No para mí, sino para la Asociación de Criadores. Con la diferencia armamos una gran promoción para la raza y para toda la ganadería.
-Estás loco.
Y ahí me metí yo. “Felipe, ¿sabés que no me parece tan loco? La Hilton responde a una tipología de carne que no nace en el frigorífico, sino en el campo. Es la genética, el sistema de producción, los atributos de calidad. Es una cadena…”
Conociendo a Felipe, sentí que… touchée. Por supuesto, vio la veta política. Sabía que darle Hilton a los productores le acarrearía el enojo de la industria. Pero le serviría para profundizar el incipiente y sinuoso romance del agro con el menemismo, inaugurado cuando trabó una recordada relación con Guillermo “Billy” Alchourón, un gran presidente de la Rural.
La hago corta. Unos días más tarde, Eyherabide arma un ágape a bordo del carguero que llevaba las 10 toneladas de carne a Hamburgo. Allí estuvieron Bernardo Cané, titular del Senasa, y el recordado Héctor Ordóñez, asesor de Solá y otro de los importantes en la saga de la Segunda Revolución de las Pampas.
La cosa es que un año después de este embarque, aparece “la Hilton para los productores”. Unas pocas toneladas repartidas entre todas las asociaciones de criadores de las distintas razas. Todas debían hacer sus propuestas, contando con acuerdos con los frigoríficos habilitados. Nombró un jurado de tres: el mismo Héctor Ordóñez, el gran experto Rolando García Lenzi (también desaparecido) y…el que suscribe.
El impacto político fue grande. Pero también el desarrollo comercial. Los empresarios de la industria, que veían la cosa de reojo, pronto vieron la posibilidad de ampliar el abanico de clientes. Porque se armó una legión de ganaderos viajando por el mundo. Y fue el puntapié inicial de la creación del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) donde toda la cadena confluye para empujar un negocio que logró su revival, incluso después de la debacle de la aftosa, ya en el siglo XXI.
Hoy todos miramos a China, la gran esperanza. Pero la Hilton sigue siendo la niña mimada de la industria. También lo es la cuota Feedlot (481), algo de lo que ni se sospechaba en aquel año de Tarquino es Gardel en Alemania.
Toda esta historia remarca el rol de los hombres. La Shorthorn dejó su liderazgo hace muchísimos años, frente al embate de los Angus y Hereford, y luego las razas sintéticas cuando el ganado se fue desplazando hacia el norte. Pero la pasión siguió entregando frutos.
Hoy, uno de esos frutos inauguró la entrada de reproductores en la muestra de Palermo, que ya sabemos lo que significa. Conviene agregar que el toro inaugural es, vaya casualidad, del propio Héctor Mario Eyherabide. Se llama “Mercosur”, porque fue criado en Trenque Lauquen, pero tiene tres propietarios: un criador uruguayo, uno brasileño, y Eyherabide. Entre los tres se repartirán la producción de dosis de semen. Conviene recordar que entre los tres países, hay un liderazgo incontrastable en el negocio más importante de las proteínas animales.
Qué bueno haber vivido esta historia. Y seguir sumando capítulos…