Hermanos de Italia con Giorgia Meloni al frente se convirtió este domingo en el partido más votado del país, con más del 26% de los votos, a los que agrega los casi 9% de la Liga y 8% de Fuerza Italia para llegar al 44% del total y superar con holgura la mayoría simple en las dos Cámaras.
La derechista Giorgia Meloni, líder del soberanista Hermanos de Italia, podría ser consagrada como la primera mujer premier de la historia italiana dentro de un mes, luego de alcanzar este domingo una amplia mayoría parlamentaria junto a sus socios de la Liga y Fuerza Italia en las elecciones que renovaron las 400 bancas de Diputados y las 200 del Senado.
Hermanos de Italia se convirtió este domingo en el partido más votado del país, con más del 26% de los votos, a los que agrega los casi 9% de la Liga y 8% de Fuerza Italia para llegar al 44% del total y superar con holgura la mayoría simple en las dos Cámaras que le permiten quedar en «pole position» para formar un nuevo Gobierno, de acuerdo con datos oficiales.
Según proyecciones del Ministerio del Interior con el 90% de las mesas escrutadas cerca del mediodía italiano, la derecha y centroderecha se quedarían con alrededor de 236 Diputados y 114 Senadores.
«De los italianos llegó una indicación clara: un Gobierno de centroderecha guiado por Hermanos de Italia», destacó Meloni esta madrugada al conocerse los primeros datos del escrutinio.
Tras las elecciones, la nueva composición del Parlamento se reunirá el 13 de octubre para elegir a sus autoridades, que darán un primer indicio de cómo se armarán las coaliciones parlamentarias para dar vida a un nuevo Ejecutivo. Con voto secreto, en Diputados se necesita la aprobación de dos tercios de los miembros, mientras en que en el Senado alcanza con la mayoría simple de sus 200 integrantes.
Recién una vez elegidas las autoridades de las cámaras, el presidente Sergio Mattarella iniciará una serie de «consultas políticas» con los presidentes de las dos ramas del Parlamento y con los jefes de bloque y coaliciones para tratar de individualizar qué grupo se muestra mejor preparado para formar Gobierno. Para esa instancia, Meloni, romana de 45 años, deberá cerrar el apoyo de sus socios para garantizarle a Mattarella la unidad del espacio y mostrarse como una opción de Gobierno estable para los próximos cinco años.
Tras una o más rondas de consultas, dependiendo de la claridad que vea Mattarella en la situación política, el mandatario puede dar entonces un «encargo para la formación de Gobierno» a una personalidad que considere capaz de dar vida a un nuevo Ejecutivo.
En este panorama, se descuenta que será Meloni quien reciba la luz verde presidencial para terminar de tejer las alianzas parlamentarias que la conviertan en la primera premier mujer en la historia republicana del país.
Una vez recibido el encargo de Mattarella, Meloni podría aceptarlo «con reservas» si considera que debe aún consolidar una red legislativa que la sostenga en el Gobierno, o recibir el mandato presidencial de forma plena y empezar la formación de un gabinete de ministros.
Conformado el gabinete, Meloni o la personalidad que Mattarella elija debe buscar la aprobación del mandatario para el elenco y recién ahí se podría dar la jura del nuevo Gobierno. La jura del nuevo Ejecutivo, entonces, podría darse hacia el fin de octubre.
Una vez que el nuevo Gobierno haya jurado, tiene un plazo de diez días para presentarse en el Parlamento a buscar el voto de confianza de la mayoría simple de cada una de las Cámaras.
En 2018, cuando el panorama post-electoral de los comicios del 4 de marzo no arrojó un ganador claro, el Gobierno fue confirmado por las Cámaras recién el 1 de junio, tras una serie de tratativas frustradas y la falta de una personalidad capaz de lograr la ratificación parlamentaria.
El escenario después de las elecciones de ayer, de todos modos, es similar al de 2001, cuando la centroderecha que venció el 13 de mayo confirmó su Gobierno en el Parlamento ya el 11 de junio, tras haber mostrado una mayoría compacta.
Más allá de qué coalición pueda mostrarse ante Mattarella como más capacitada para formar un nuevo Gobierno, el próximo Ejecutivo deberá concentrar buena parte sus esfuerzos iniciales en buscar contener la inflación, moderar el impacto de la suba de la energía y conservar el buen vínculo con Bruselas que desde febrero de 2021 mantuvo el renunciante premier Mario Draghi.
Las elecciones de este domingo se dan en un marco en el que la inflación, que a fines de agosto tocó el pico más alto en 37 años, un 8,4% interanual, se ha vuelto uno de los principales temas de preocupación de los italianos.
En esa dirección, la suba de los precios de la energía amenaza ya a varias industrias muy dependientes de la luz y el gas, desde la construcción hasta la gastronomía, lo que abre interrogantes sobre los niveles de crecimiento de una economía que en el segundo trimestre había logrado crecer casi el 5% frente al mismo período de 2021, de acuerdo al instituto estadístico Istat.
Las elecciones habían sido convocadas a fines de julio luego de la caída del Gobierno de Mario Draghi, que era apoyado desde febrero de 2021 por todos los partidos menos Hermanos de Italia, y que se mantiene en su cargo para la «administración corriente» del Estado hasta la jura de un nuevo Ejecutivo.