La guerra de Rusia contra Ucrania corre el riesgo de provocar la peor crisis alimentaria desde la Segunda Guerra Mundial, con consecuencias catastróficas, especialmente para los países de ingresos bajos y medios, en Oriente Medio y África, que dependen del «granero de Europa».
Esta es la alarma lanzada por el director del Programa Mundial de Alimentos (PAM), David Beasley, quien presentó un panorama alarmante ante el Consejo de Seguridad de la ONU.
La invasión rusa provocó «una catástrofe sobre otra catástrofe» y tendrá un impacto «inimaginable», subrayó Weasley, al explicar que la mayor parte del trigo que se consume en el mundo proviene de Ucrania y que Rusia está asfixiando las exportaciones.
Estados Unidos, incluso, denunció de que la Marina rusa está bloqueando 94 barcos civiles de alimentos en la región del Mar Negro y bombardeó tres buques que transportan mercancías en todo el mundo.
Además del hecho de que la mayoría de los campesinos y trabajadores ucranianos han tomado las armas y luchan contra Moscú. Solo el Programa Mundial de Alimentos compraba el 50% del capital de granos de Ucrania, con los que alimentó a 125 millones de personas antes de que comenzara la invasión el 24 de febrero.
Ahora, explicó Weasley, la agencia de la ONU se ha visto obligada a recortar su ayuda alimentaria debido al aumento de los costos de los alimentos, el combustible y el envío con terribles consecuencias para los países más pobres.
En Yemen, devastado por la guerra, por ejemplo, 8 millones de personas vieron reducidas sus raciones de alimentos a la mitad y ahora corren el riesgo de quedarse sin alimentos.
«Si ponemos fin a la guerra, podemos evitar la hambruna, la desestabilización de las naciones y la migración masiva», advirtió el director de la agencia de la ONU. «Pero si no lo hacemos, el mundo pagará un precio muy alto y lo último que queremos como Programa Mundial de Alimentos es quitarles la comida a los niños hambrientos y dársela a los niños hambrientos».
La guerra aumentará los gastos mensuales de la agencia en 71 millones de dólares, para un total de 850 millones al año. Lo que significa que habrá «4 millones de personas que ya no podrán ser ayudadas».
La alarma de hambruna además la dio hace unos días el presidente estadounidense, Joe Biden, quien había hablado de una «emergencia real».
El Representante Permanente Adjunto de China, Dai Bing, también habló ante el Consejo de la ONU y atribuyó la culpa de la crisis alimentaria a las sanciones occidentales contra Moscú que, según el representante de Pekín, corren el riesgo de trastornar «la producción alimentaria y la cadena de distribución en el mundo, elevando los precios y poniendo una carga sobre los países en desarrollo que no se merecen».
Para la vicesecretaria de Estado estadounidense, Wendy Sherman, por el contrario, «Rusia y el presidente Putin son responsables de esta guerra y de las consecuencias sobre la seguridad alimentaria mundial».
Los precios de los productos básicos, incluido el trigo, ya se están disparando en los países de ingresos bajos y medianos, señaló Sherman, resaltando un aumento del 20 al 50% en Oriente Medio y Africa.
Además de Yemen, existe una preocupación particular por Pakistán, Libia, Túnez, Marruecos, Egipto y Líbano.
Estos dos últimos países compraron de Ucrania en 2020, respectivamente, el 85% y el 81% de su trigo.
Mientras en Ucrania, el PMA actualmente está tratando de llegar al menos a un millón de personas necesitadas, pero espera llegar a 2,5 millones el próximo mes y a 6 millones a fines de junio.
FUENTE: ANSA.