lunes, noviembre 25, 2024

Ecología

Demagogia climática en la COP26

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En el transcurso de la Cumbre Climática de Glasgow recientemente finalizada, los países en desarrollo solicitaron que se tuviese en cuenta y se compensará económicamente el daño climático que se les había infringido, puesto que eran las naciones más pobres las sufrían los efectos del calentamiento global, mientras las más ricas lo creaban.

Antes conocidos como países tercermundistas, un concepto políticamente incorrecto que se trocó por el de ’naciones emergentes’ o ‘países en desarrollo’, para los que, salvo por la denominación eufemística las cosas no han cambiado en absoluto a nivel climático y siguen siendo víctimas del estilo de vida de los más ricos.

Un daño real

Antes conocidos como países tercermundistas, un concepto políticamente incorrecto que se trocó por el de ’naciones emergentes’ o ‘países en desarrollo’, para los que, salvo por la denominación eufemística las cosas no han cambiado en absoluto a nivel climático y siguen siendo víctimas del estilo de vida de los más ricos.

Las naciones más pobres del planeta son las más vulnerables a los daños causados por el cambio climático y el consiguiente calentamiento global. Esto es una realidad innegable. Pero también es cierto que son las que menos contaminan, un ejemplo claro de ello es que, entre la UE, China y los EEUU generan casi el 60% de los gases de efecto invernadero, mientras que los de toda África no llegan al 5%.

Por ello solicitaron ‘otra vez’, que en el Acuerdo se explicitase un mecanismo específico para paliar y combatir los devastadores efectos que deben sufrir, por culpa del calentamiento global (al que ellos no contribuyen a agravar): sequías, inundaciones, eventos climáticos extremos, olas de calor cada vez peores y frecuentes, desaparición de islas por el aumento del nivel del mar, migración climática, etc…

Muchas promesas ninguna ayuda

Estas naciones ya están bastantes escaldadas en cuanto a promesas incumplidas, puesto que, desde la Cumbre de Dinamarca les están asegurando (está puesto por escrito y firmado) que van a recibir ayudas para mitigar y contener este tipo de daños. Pero finalmente todo queda en papel mojado y los dinerillos y el apoyo no llegan nunca.

En aquella oportunidad (en 2009), los países del Norte se comprometieron a ayudar a los del Sur, con cantidades que irían aportando entre todos y que sumaría unos 100 mil millones, que les serían entregados anualmente a partir de 2020. Pero a esos miles de millones ni se los vio nunca, ni se los espera.

Por ello es lógico que haya un agudo resentimiento por parte de estas naciones, que ya tienen bastantes problemas por sí solas. De hecho, el representante de Kenia ha sido meridianamente claro en sus declaraciones: ‘nuestra confianza en vosotros (los países del Norte) se ha hecho añicos’. Aun así se negaron a boicotear el Acuerdo, que necesita unanimidad para salir adelante.

Se pidió, pero no llegó

Demagogia climática en la COP26

Muchos países pidieron a las naciones más ricas del planeta que cumplieran con sus promesas y con lo que habían firmado y pactado en anteriores Cumbres. Incluso les rogaron que, para 2025 duplicasen las ayudas que les permitirían adaptarse a los efectos del calentamiento global.

Pero gracias a la férrea oposición de EEUU y de la Unión Europea, la propuesta final únicamente propone, que se acelere la implementación de los dispositivos técnicos existentes (es decir nada nuevo bajo el sol) y se negaron a que figurase un compromiso firme y claro en tiempo y cifras, para ayudar a los países más vulnerables.

Las palabras de Amadou Sebory Touré el representante de Guinea son esclarecedoras, acerca de qué es lo que se ‘cocinó’ en el Pacto de Glasgow, en ese sentido: ‘esta es una formulación que ni refleja ni prejuzga las soluciones que las naciones más pobres y vulnerables necesitan y han solicitado’. La declaración de la COP26 pudo ayudar, pero no lo hizo.

Una demostración más, de que también a nivel climático se hace demagogia barata y que las naciones más desfavorecidas seguirán pagando los platos rotos, para que las más poderosas continúen viviendo como les da la gana: contaminado, despilfarrando y mirando para otro lado.