Las Naciones Unidas designaron al 11 de diciembre como el día en el que se celebran las montañas, se fomenta el respeto por las mismas y se alerta de los peligros a los que están expuestas por las acciones de los seres humanos.
Las impredecibles montañas
Una montaña se forma por el plegamiento de la capa superficial de la Tierra tras un movimiento de las placas tectónicas, conformando «deformaciones» que ocupan 22% de la corteza terrestre. Esto ocurre cuando dos placas chocan frontalmente: la superficie del planeta se dobla y se eleva.
Pueden estar aisladas o integrar un sistema montañoso o una cordillera. Las montañas más jóvenes no se asientan hasta que el movimiento de las placas no se detiene por completo. Es el caso del Everest, que no solo es la montaña más alta del mundo, sino que él y sus vecinas crecen, decrecen y se mueven.
Por otra parte, existen algunas montañas que son en realidad volcanes, algunos están activos, humean de vez en cuando y pueden erupcionar en cualquier momento y otros están apagados. Las montañas mas viejas cambian de forma por causa del viento, las lluvias o los hielos, que actúan como agentes erosionantes.
Montañas: un hogar perfecto
En las laderas de las montañas y los valles que se formaron entre ellas hay cientos de ecosistemas, en los que conviven multitud de plantas y animales. Estos hábitats y sus moradores mantienen un equilibrio muy frágil, que puede ser roto por las acciones antropogénicas y acabar en la merma de especies y hasta en la extinción de las mismas.
También son el hogar de muchísimos seres humanos, que han aprendido a adaptarse a condiciones de vida diferentes: a muchos metros de altitud y con fríos extremos, muchísima nieve y hielos perpetuaos. Se calcula que, casi una séptima parte de la población mundial, unos mil millones de personas viven en o dependen de, las montañas
En estos increíbles accidentes geográficos se han asentado ciudadanos de varios países, especialmente en Asia sobre el Himalaya y las cordilleras adyacentes y en América sobre los Andes al sur y las Rocosas al norte. Allí encuentran los recursos necesarios, tales como agua dulce, suelos fértiles, sitios de pastoreo y hasta espacios de explotación de energías renovables.
Montañas y cambio climático
El cambio climático que el accionar de los seres humanos está agravando y acelerando, repercute directamente en la salud de las montañas y por tanto, también lo hace en la de los terrenos colindantes. Esto provoca erosiones desmesuradas, deshielos prematuros y/o permanentes, cambios en las tierras y pérdida del hábitat de especies autóctonas.
Los desastres naturales que generalmente afectaban a las montañas, pero cuyos efectos eran absorbidos en poco tiempo por la naturaleza, están aumentando en frecuencia, gravedad y duración, por lo que no les da el tiempo a las montañas a recuperarse, entre uno y otro episodio. Para peor, la deforestación y los incendios hacen estragos en su naturaleza.
Las aguas del deshielo que normalmente son el nacimiento de ríos que bañan las laderas y los terrenos adjuntos, incrementan su caudal y provocan inundaciones, aludes, deslizamientos de tierras, riadas y avalanchas de lodo. Estos fenómenos barren los sedimentos fértiles de los suelos de cultivo y de los bosques y acaban con poblados enteros.
Los registros mundiales demuestran que, los glaciares de montaña están retrocediendo de manera alarmante y que estos no se recuperan al ritmo que lo hacían antes (deshielo en verano, congelamiento en invierno). De hecho, por culpa del calentamiento global, durante las últimas décadas han desaparecido más de 600 glaciares, lo que ha afectado gravemente a los ecosistemas y las poblaciones locales.
Las montañas y la biodiversidad
El tema elegido para conmemorar el Día Mundial de las Montañas 2020 es “la biodiversidad en las montañas”, con el que se apunta directamente a la concientización de la población mundial de lo importante que resultan estos accidentes geográficos, en los que viven millones de personas y un alto porcentaje de especies vulnerables y en peligro de extinción.
Como hábitat, la montaña puede resultar un hogar despiadado, puesto que para vivir en sus cimas se requieren adaptaciones que les permitan a los animales y las plantas sobrevivir en condiciones extremas, con pocas fuentes de alimentación y bajos niveles de oxígeno en el aire. Aun así, muchos lo consiguen.
Ejemplo de ello es el irbis o leopardo de las nieves que prospera a más de 3500 metros y se ha adaptado genéticamente a estas condiciones, por lo que su sistema circulatorio potencia la absorción del oxígeno. Tiene una gran capacidad de mimetismo, pero el cambio climático y la caza está acabando con la especie. Se encuentra en estado de vulnerabilidad y se cree que hay menos de 5000 ejemplares.
Para lograr que esta biodiversidad no se pierda, recuperar la salud de las montañas y preservarlas para que sigan siendo el hogar de humanos, fauna y flora, es necesario que se combata de manera eficaz la erosión de sus suelos, el retiro incesante de los glaciares, la deforestación, los incendios y/o la interrupción de las corrientes de agua.
Las montañas no son solo espacios de belleza o sitios donde practicar deportes. Las montañas tienen vida y esta debe ser respetada y preservada, ya que resultan determinantes para que el ser humano, que es la mayor plaga a la que se enfrenta el mundo, pueda sobrevivir a sus propios instintos destructivos.