Una abogada altruista y generosa, doña Florencia Marina Angeletti, tomó la iniciativa de alquilar un local céntrico, poniendo su cara, su firma y su dinero, para que las personas liberadas del sistema penitenciario puedan desarrollar tareas comerciales dignas que les permitan atender sus necesidades.
Pero no solo eso, los propietarios del local, personas muy conocidas en el medio empresarial, cuando se enteraron del propósito disminuyeron el valor locativo y los requisitos del alquiler.
Esto es comunidad. Esto es una ciudadanía en marcha, haciéndose cargo de la realidad, sin esperar que otros nos vengan a resolver los problemas.
La solidaridad es una ola que no para, y en los próximos días tendremos más novedades en este mismo sentido. Solo el pueblo salvará al pueblo