La ONG ambientalista WWF alertó que «debido a la deforestación, la selva amazónica en territorio brasileño está perdiendo una superficie equivalente a más de tres canchas de fútbol por minuto», mientras las llamas siguen devorando hectáreas en esa región y aguijonean al gobierno.
«Estamos cada vez más cerca de un punto de no retorno para aquello que no solo es la mayor reserva de biodiversidad del planeta, sino que representa uno de los pilares de los equilibrios climáticos», advirtió la entidad ecologista.
«El saqueo de la Amazonia y de sus extraordinarios recursos -afirmó Isabella Pratesi, responsable de Conservación del Conservazione del WWF Italia- va acompañada por un dramático aumento de las violencias hacia las poblaciones indígenas que viven en esos territorios».
«Expulsadas de sus selvas, asesinadas o torturadas para el comercio de leña, minas de oro, pastos o cultivos, las tribus amazónicas son las primeras víctimas de un crimen contra la humanidad y el planeta, respecto del cual nuestros ojos y oídos siguen sellados», denunció.
Grandes franjas del Amazonas brasileño seguían ardiendo este jueves. Pero los incendios no sólo afectan a ese país. La selva que se levanta en la cuenca del río que lleva su nombre comprende regiones de nueve países: además de Brasil, Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela, Ecuador, Guyana, Guayana Francesa y Surinam también están dentro de esta verde región que sirve como pulmón del planeta.
El ministerio del Medio Ambiente de Brasil atribuyó los fuegos a una gran sequía en las regiones norte y centro oeste del país, pero las organizaciones defensoras de la Amazonía tienen otra opinión.
No obstante, muchos grupos ecologistas sostienen que las llamas son producto de la acción del hombre y, en particular, de hacendados alentados por la intención del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, de avanzar en la explotación de la región amazónica en los flancos de la minería y el agro, lo que ya le ha causado fricciones con Alemania y Noruega.
Ambos países europeos colaboran financieramente desde hace años con la protección del Amazonas, pero en las últimas semanas congelaron los recursos destinados a esos fines, alertas frente a las nuevas políticas del Gobierno brasileño.
En tanto, Organizaciones ambientalistas brasileñas reaccionaron con indignación a las afirmaciones de Bolsonaro, quien había insinuado que las ONG podrían estar involucradas en la ola de incendios forestales que se ciernen sobre la Amazonia y otras regiones.
Los incendios aumentaron un 82 por ciento desde enero al 18 de agosto pasado respecto del mismo período de 2018, según datos oficiales del chequeo satelital efectuado por el Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE).
Las declaraciones de Bolsonaro «son completamente irresponsables», dijo Carlos Bocuhy, presidente del Instituto Brasileño de Protección Ambiental (IBPA), para quien «las ONG tienen como objetivo de base y prioritario la defensa del ambiente.
Por lo tanto, «no tiene ningún sentido decir que son ellas las que están incendiando la selva, es totalmente absurdo», agregó el experto.
Por su parte el responsable de Justicia Socioambiental del WWF Brasil, Raul Valle, definió como «superficiales e irresponsables» las declaraciones del presidente.
«No se entiende a quién está buscando engañar», agregó Valle, observando que «los diez municipios con el mayor número de incendios son los mismos diez municipios con la mayor cantidad de áreas deforestadas: esto no lo ve solamente quien no quiere verlo».
Ante la crisis, el Instituto Brasileño para el Medio Ambiente (Ibama) lanzó un concurso para involucrar a una empresa privada que monitoree la deforestación en el Amazonas, después de la controversia sobre los datos publicados por el INPE, que llevó al despido de su director, Ricardo Galvao.
Según los términos de la oferta, las empresas interesadas tienen ocho días para formalizar una propuesta de «servicios de monitoreo continuo, con el uso de imágenes diarias a través de encuestas por satélite» que permite «generar alertas diarias», que posteriormente deben ser investigadas por los inspectores de Ibama.
Los medios de prensa brasileños precisaron que los requisitos técnicos para el servicio («imágenes con una resolución espacial igual o inferior a 3,0 metros» con «una resolución radio-métrica igual o inferior a 12 bits») coinciden exactamente con la calidad de las imágenes ofrecidas por Planet, una empresa estadounidense cuyos datos fueron utilizados por el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, para criticar las cifras de deforestación presentadas por el INPE, basadas en imágenes del llamado sistema Deter, que tienen una resolución espacial de unos 64 metros.
El INPE había advertido que en lo que va del año se han registrado 74.155 incendios forestales en el país. Una cifra récord, 84% más alta que el mismo periodo durante el 2018.
El 52,5% de estos siniestros se han producido en la Amazonía brasileña, conformada por los estados de Amazonas, Mato Grosso, Maranhao, Pará, Rondonia, Amapá, Acre, Roraima, Tocantins, Amapá.
Una dimensión de esos desastres lo entrega el daño registrado en julio de este año. Según el INPE, ese mes se perdieron 769,1 km2 de bosque amazónico debido a incendios forestales. (ANSA).