Por Gabriel De Vito
El alejamiento de la estructura que la llevó con militancia y la mano del intendente Facundo López, a una concejalía con fecha de vencimiento, diez de diciembre del 19, es la crónica repetida de hechos similares que merecieron análisis periodísticos por breve tiempo y luego el olvido, posturas a favor de aquellos que eran opositores hasta hace 24 horas y aprovechan la ocasión, invitaciones a sumarse a otras filas, aunque siempre dejando claro que nunca será para ocupar un cargo relevante, imagínense los codazos que existen en el área con los propios como para abrir el corazón in extremis a alguien que partió de otro lado y que mañana a la mañana puede repetir esa tentación de rebelión en la granja.
La doctora Carolina Robert cometió una imprudencia que comenzará a pagar cuando pasen los días y la dejen sola como los boxeadores que son acompañados hasta que sacan los banquitos.
La historia de Robert es la de muchos que transitaron esa huella que primero parece perfume francés y al poco tiempo huele a vestuario luego de los noventa minutos.
Cometió el peor de los pecados, que no es desviar su objetivo o cambiar de proyecto, o sentirse no demasiado protagonista de primera fila, voto contra la herramienta más importante de un gobierno, el presupuesto, sumado a que la propia oposición en serio que existe en el camino del intendente, Cambiemos, acompañó, sabiendo que allí no está la batalla electoral, la importante viene en pocos meses, y ese presupuesto es tan necesario para el oficialismo como para la oposición con posibilidades de lucha por la intendencia de Necochea.
Y tuvo otro error muy grande, pretendió privarle a trabajadores el ingreso efectivo y merecido como planta permanente en la Municipalidad, propios socios de lucha que trabajaron mucho para que Robert tuviera cuatro años de fresco en verano y calefacción en invierno.
Robert es simplemente una circunstancia, sin demasiada importancia, tan sólo unas crónicas en días de verano, algo que en quince días sólo hablarán escasos protagonistas.
¿De quién es la banca, de la persona o del partido político?
Inútil pretender definir esta discusión, solamente estará dada cuando se reglamente al respecto con una Ley respectiva.
La historia de los que se alejaron del proyecto que los vio nacer y ocupar puestos ha sido al momento la misma, terminar sus periodos legislativos y el exilio de los lugares donde se toman decisiones y no se vive de sueños testimoniales.
Si la aspiración de la edil Robert es trascender, eligió un camino lleno de espinas, donde los nuevos compañeros de ruta serán amigos de las redes sociales, arcos opositores aprovechando el momento, y aquellos que ante estos hechos reaccionan con el infantilismo propio de sentirse defensores de una injusticia de la democracia.
No hay trascendencia en estos hechos
Lo valioso es renunciar cuando uno no está de acuerdo, algo que muy pocos realizan, porque nadie deja de aferrarse a su banca mientras intenta cambiar el mundo desde el unitarismo de un Concejo Deliberante, pretendiéndose centrar en el ombligo del mundo, cuando terminan más cerca de un cuatro de copas en el truco nochero.
Nadie juzga a la abogada, a la persona, esto es la política, donde aquella frase «el que se calienta pierde», sin ser de Maquiavelo adquiere plena vigencia.
Una vez aquel vicepresidente de De La Rua, don «Chacho» Álvarez, renunció a su cargo desde un café de la Capital pretendiendo que desde allí surgiera un 17 de octubre, lo único que surgió fue un café humeante que tuvo que abonar minutos después, y luego el olvido.
¿Hay futuro para la concejal o tiene fecha de vencimiento como los yogures, el diez de diciembre?
Al momento la historia necochense de situaciones similares ha sido contundente, solamente basta esperar próximos meses para tener la respuesta.