El volcán Etna todavía sigue botando humo y cenizas, aunque en menor medida respecto a los días anteriores. La colada de lava también ha disminuido y el aeropuerto de Catania ha retomado su funcionamiento.
Sin embargo, la gente todavía tiene miedo. Muchas de las 600 personas que fueron desalojadas de sus viviendas tras el terremoto de magnitud 4,8 que sacudió Sicilia prefirieron dormir en sus coches.
El seísmo fue parte de un enjambre sísmico relacionado con la actividad volcánica del Etna. Cientos de temblores pequeños y medianos habrían provocado que lava fuera expulsada de una nueva fisura. Un vídeo filmado por la guardia costera italiana el día de la catástrofe muestra las corrientes de lava fluir desde el Etna después de su erupción.
El desastre causó daños a varios edificios, especialmente a los más antiguos, y obligó a muchas familias a pasar la noche en la calle.
El terremoto se sintió muy fuerte, ya que según el Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología (INGV) tuvo lugar a tan solo un kilómetro de profundidad.
Las operaciones de rescate y limpieza continuaban este jueves. 28 personas resultaron heridas, ninguna de gravedad.