El ultraderechista Jair Bolsonaro, favorito en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del domingo en Brasil, logró el jueves un protagonismo inédito con una entrevista televisiva difundida mientras sus adversarios realizaban el último debate ritual antes de los comicios, en el que declinó participar por motivos de salud.
El candidato del pequeño Partido Social Liberal (PSL) incluso colgó una foto en las redes sociales en la que se lo ve mirando un programa humorístico mientras el debate electoral proseguía.
En un insólito final de campaña, Bolsonaro cargó en la entrevista concedida a la cadena Record contra el Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) del encarcelado expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y de su principal rival, Fernando Haddad.
«La corrupción está incrustada en el PT. El PT no funcionó. Es un partido que traicionó a los trabajadores. Tiene un proyecto de poder», lanzó, mientras en los estudios de TV Globo en Rio de Janeiro los demás candidatos discutían sobre cómo rescatar a Brasil y advertían del riesgo de acudir a «salvadores de la patria».
El diputado y excapitán del Ejército, que no oculta su admiración por la dictadura brasileña (1964-1985), atacó al PT por su cercanía con la Venezuela de Nicolás Maduro, en la entrevista concedida en su casa en Rio.
«Hasta hoy, el PT defiende l régimen de Maduro, como defendía al de (el fallecido Hugo) Chávez. Debemos aislar a Venezuela. No podemos admitir esa ideología en Brasil. Será el final de nuestra patria si el PT consigue llegar al poder», abundó, y trató a Haddad de «fantoche de un presidiario».
– Estrategia mediática –
Bolsonaro, que fue herido de una puñalada en un acto el pasado 6 de setiembre y permaneció hospitalizado hasta el pasado sábado, se excusó de participar del debate por consejo médico.
Pero el hecho de que en vez de eso diera una entrevista lo convirtió en blanco de críticas de sus oponentes.
Ciro Gomes (PDT, centroizquierda) lo consideró «una falta de cultura democrática y una demostración de que Bolsonaro es un fascista», mientras la exministra de Medio Ambiente Marina Silva (ecologista) dijo que «flaqueó una vez más».
El exministro de Hacienda Henrique Meirelles, lo acusó de estar «huyendo del debate» y «del compromiso con la población».
Hospitalizado durante gran parte de la campaña, Bolsonaro ha apostado a las redes sociales para llegar a sus electores, y su prédica antisistema y de enaltecimiento de la dictadura ha cuajado en más de un tercio del electorado.
El izquierdista Guilherme Boulos (PSOL) consideró que no tendrá cómo escapar de un debate si pasa al segundo turno previsto para el 28 de octubre, como vaticinan todas las encuestas.
Pero el candidato del PSL sugirió el jueves que la segunda etapa de la campaña podría seguir teniéndolo alejado de comparecencias públicas, al indicar que podría volver a la actividad normal «para finales de noviembre o comienzos de diciembre».
– Dos modelos –
Con pocas actuaciones de destaque durante sus siete períodos en el Congreso, Bolsonaro, de 63 años, lidera las encuestas, con 35% de las intenciones de voto, frente a 22% de Haddad, de 55 años, según el sondeo Datafolha difundido poco antes del debate.
Si esas proyecciones se confirman, los dos dirigentes definirán el pleito en segunda vuelta.
Sería un choque entre dos modelos para un país sumido en una profunda crisis y en recesión.
El PT, golpeado por varios escándalos de corrupción en sus trece años en el poder (2003-2016), promete dar marcha atrás en las medidas de austeridad aprobadas por el presidente Michel Temer y es partidario de la protección de los activos nacionales, como las empresas públicas.
Bolsonaro, asesorado por el economista ultraliberal Paulo Guedes, pregona en cambio reformar el costoso régimen de jubilaciones e impulsa las privatizaciones para reducir el enorme déficit fiscal y contener el aumento de la deuda pública.
Haddad centró el jueves sus críticas en las medidas de austeridad iniciadas por el actual gobierno y que el excapitán Bolsonaro pretende profundizar.
«Recortar los derechos de los trabajadores para (ajustar) las cuentas públicas, eso no se hace. (…) El PT nunca lo hará», enfatizó.
El delfín de Lula busca movilizar a los seguidores del PT en el interior del país, especialmente a aquellos que se beneficiaron de las políticas sociales durante los gobiernos de Lula y Dilma Rousseff desde 2003.
Pero tanto Bolsonaro como Haddad enfrentan un alto índice de rechazo (45% y 40% respectivamente), que puede dificultarles la segunda vuelta en una elección muy polarizada y con resultado aún incierto.