Los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez; de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva y de Argentina, Cristina Fernández, se reunieron este lunes en Buenos Aires en una mini-cumbre fuera de agenda en la que reforzaron su alianza y se comprometieron a profundizar la integración regional.
Chávez, quien se sumó por la tarde a la cita ya pactada entre Lula y Fernández, instó a conformar un «eje central» en Sudamérica.
«Somos tres países que nos complementamos de manera espectacular. Es un eje que se está formando, el eje central del Sur. A partir de esta alianza se va a fortalecer la región», dijo.
Y completó: «Esta integración busca desarrollar el potencial agro-alimentario, industrial, energético y financiero. Tenemos todo para que Sudamérica sea una potencia».
Según el mandatario venezolano, «el plan imperialista de globalizar el mundo fracasó». Por eso, dijo, «estamos frente a una crisis alimentaria, financiera y moral, y este eje busca enfrentar esos dilemas».
Venezuela se encuentra en proceso de adhesión como miembro pleno del Mercado Común del Sur (Mercosur), un trámite que aún debe ser aprobado por los parlamentos de Brasil y Paraguay.
Lula y Fernández volvieron a respaldar la incorporación venezolana. «Ya nos sentimos parte del Mercosur. Mientras se legaliza la relación, estamos en un concubinato», comentó Chávez.
Luego de la cumbre tripartita, el mandatario de Venezuela y su par argentina se dedicaron a estrechar la relación bilateral.
Este martes, Chávez y Fernández tienen previsto viajar a Bolivia para reunirse con el presidente Evo Morales, a quien le expresarán su apoyo antes del referendo revocatorio que se celebrará el domingo en el país andino.
Limando asperezas
Antes de la mini-cumbre, Fernández y Lula compartieron un almuerzo e inauguraron un encuentro de empresarios argentinos y brasileños.
«Argentina y Brasil no tienen divergencias», dijo Lula en la apertura del seminario económico. De este modo dio por superados los recientes roces entre ambos países en el seno de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Los principales socios del Mercosur se colocaron en veredas opuestas durante el intento de destrabar las negociaciones de la Ronda de Doha para liberalizar el intercambio global, que fracasó la semana pasada.
Brasil aceptó la exigencia de reducir la protección sobre la industria planteada por Estados Unidos y la Unión Europea para poder llegar a un acuerdo.
Mientras que Argentina rechazó ese requerimiento por temor a una apertura excesiva del sector productivo y porque, a su juicio, no se obtuvieron de las naciones ricas suficientes garantías en la eliminación de subsidios agrícolas.
Más allá de este quiebre en lo que antes era un frente común, Lula insistió durante su visita a Buenos Aires en la necesidad de «discutir acciones concretas para fortalecer la integración».
Además pidió a los empresarios de ambos países que no vieran a sus vecinos como competencia, sino como «complemento».
Lula llegó a la capital argentina acompañado por unos 300 hombres de negocios brasileños.
«Comunión»
Fernández también le bajó el tono a los cortocircuitos en la OMC al calificar de «inédito» el nivel de «comunión» entre Argentina y Brasil.
La mandataria afirmó que ambos países tienen «una visión común acerca de la necesidad de una vinculación estratégica».
Asimismo, elogió el desarrollo industrial de Brasil como «el más importante de la región» y abogó por continuar la integración productiva, porque -a su modo de ver- Sudamérica se encuentra frente a una «oportunidad única» en el mundo, donde la región cobra importancia como proveedora de alimentos y energía.
Según los analistas, esta demostración de unidad entre Lula y Fernández tras las desavenencias en la OMC muestra la importancia económica de las relaciones bilaterales.
Brasil es uno de los principales inversores extranjeros en Argentina.
Empresas brasileñas han adquirido numerosas compañías argentinas en sectores como energía, alimentos, carnes, cemento y textil, con una capitalización estimada en unos US$8.000 millones desde 2002.
Los observadores coinciden en que Argentina necesita mantener el ritmo de inversión extranjera en momentos en que su economía, que en años anteriores alcanzó un ritmo anual de crecimiento del 8%, muestra signos de desaceleración tras el prolongado conflicto entre el sector agrario y el gobierno. (BBC)