Por Juan Alberto Poteca
Que se aprecia doble moral en la interpretación de las cosas, no caben dudas. Algunos le dicen doble estándares, pero la realidad, se trata de una doble moral, sujeta a los intereses en juego.
Años muy atrás, por razones que nos costaron entender, fuimos deplazados de nuestra función específica de periodistas deportivos y cambiados al rol de informativistas.
Fue traumática y confrontativa con las autoridades del medio. Se nos cortaba una tarea y se llevaba a un cambio sustancial de la misma. Nunca se nos ocurrió pensar en la palabra censura, porque teníamos la posibilidad de expresarnos en nuestra queja.
La situación finalizó con desvinculación del medio y la búsqueda en forma inmediata de alternativas laborales en lo nuestro. Inmediatamente se abrieron puertas y nuestra continuidad, aún más afianzada, nos permitió sobrevivir hasta estos días.
Las empresas privadas se guardan sus derechos y conveniencias. Sus arreglos con el espectro político y empresarial, nos guste o no, son de su propiedad.
Por lo general, existen convivencia con el pensamiento de la empresa y sus principales columnistas.
Es muy difícil pensar que ambos vayan por caminos separados. Para ser totalmente independiente, uno debe prescindir de patrones por lo general, salvo un espíritu amplio y pragmático de los dueños de los medios. De igual manera se da en los órganos oficiales, donde la línea es bajada con mayor peso.
En los últimos días, ganó espacio la rescisión del contrato del periodista uruguayo Victor Hugo Morales.
Convengamos que no se diferencio mucho, de lo ocurrido con otros colegas, cuyos contratos fueron interrumpidos años atrás, tales los casos de Nelson Castro y Marcelo Longobardi.
Con este periodista además, se le interrumpió un reportaje al aire por canal de cable, con el político Alberto Fernández, ese sí en un verdadero acto de censura.
Los que ahora salen en defensa del periodista oriental, no lo hicieron antes. De la misma manera, que los que hoy se desquitan con éste, por su pasividad, ante situaciones difíciles vividas por pares que no piensan como él.
Los pases de facturas están a la vista y forman parte de una lucha de egos e intereses muy grandes.
Pero esa lucha sin cuartel de popes de la información y sectores políticos, a los que la peleamos todos los días con armas nobles y desprovistas de esos intereses, no nos puede llamar a engaños.
No existe censura, existen intereses. Las empresas arreglan por ellas mismas y si vos no encajas, salís, así de fácil.
Ahora bien, si uno tiene capacidad. Si uno ha logrado con los años hacerse de un capital propio e inigualable, que es tú propio nombre, no tenes que temerle al desafío de salir a buscar tú nuevo horizonte. Medios no faltan que piensen como Víctor Hugo Morales.
Con su patrimonio puede encarar espacios de absoluta propia producción. No cabe para él la palabra censura, porque se puede expresar libremente y modestamente entiendo, no puede dar esa imagen lastimosa por distintos medios, pidiendo por un programa que ya ha sido descartado por los ejecutivos del medio.
Nadie puede alentar que a los demás les falte trabajo. Nosotros siempre hemos tenido que salir a buscar los espacios y autofinanciarnos con sacrificio, para sobrevivir en esta profesión que es toda una vocación. Así es la vida en este ambiente, donde te tocan todas, las buenas y las malas.
Y hablando de doble moral, no puedo olvidar, que no hace mucho tiempo, burdamente se hicieron parodias de juicios populares contra periodistas que no pensaban igual que los gestores de ese ridículo. Y a eso si se lo podría llamar intento de censura.
Excelente análisis del Maestro Juan Alberto