La inestabilidad de precios ha sido una constante a lo largo de la historia de nuestro país. Esta patria ha tenido períodos hiperinflacionarios y hoy enfrenta un corrimiento de precios que impacta en el conjunto del pueblo.
Pero en quienes más impacta es en aquellos trabajadores que no poseen empleo formal, porque que no tienen paritarias, por ende, no tienen posibilidad de acceder a un ajuste salarial colectivo que los resguarde.
Desde que tenemos memoria, nunca ha sido el Estado quién ha podido fijar los precios para los consumidores, justamente porque el Estado es uno de los que ejerce el poder, pero no el único. Hemos visto a Perón con la Plaza de Mayo bombardeada por intentar regular los precios, a Alfonsín renunciando y entregándose ante las presiones por intentar cambiar el plan económico impuesto en la dictadura. Hoy vemos como un litro de leche se paga al tambo $2, mientras que en el mercado más barato cuesta no menos de $8 (y hay que buscar bien para conseguir ese precio). Y si bien la política de los Precios Cuidados ha sido un gran paliativo de la escalada de precios, urge una herramienta que pueda establecer realmente un margen de ganancia coherente para los empresarios y un precio razonable para los consumidores.
Por ello, desde el Nuevo Encuentro entendemos que este proyecto de Reforma a la Ley de Abastecimiento reestablece una herramienta dormida en nuestra democracia (dormida gracias a los decretos de Menem) y la ajusta a los tiempos que corren, otorgándole al Estado un mayor control de la cadena productiva y de sus costos. Para que no se pueda engañar al pueblo sin mostrar los costos de producción y logística de una determinada cadena productiva. Y lo más importante, si existiese una sanción a una empresa, ésta debe abonar la multa con carácter previo a que la medida sea revisada por un órgano judicial, tal cual lo hacemos todos los ciudadanos de la Nación cuando queremos reclamar algo, primero debemos pagar. No como pasa hoy que se aplican sanciones que rara vez se cumplen ya que las empresas retrasan los procesos y la resolución tarda años en llegar.
Es entonces una necesidad que tenemos como pueblo argentino de que los poderosos de siempre no sigan engordando sus grandes bolsillos a costa de nuestro esfuerzo, eludiendo todo tipo de control y cuando dicho control es ejercido, esquivándolo a través de artimañas judiciales. Porque todos sabemos que cuando la justicia llega tarde, no es justicia.
Queridos compatriotas, es momento de dejar de encontrarnos dominados por un grupo reducido de personas que producen los alimentos que consumimos a diario. Porque cuando alguien miente sobre sus costos y fija el precio que quiere, también está atentando contra nuestra seguridad, la seguridad que necesitamos todos, para vivir en paz.
Nuevo Encuentro Necochea