China está afianzando su posición como líder mundial en la transición hacia las energías limpias, un cambio impulsado por una inversión masiva y un despliegue sin precedentes de tecnologías renovables.
El país no solo ha puesto el acelerador en la electrificación, sino que también está reconfigurando su sistema energético, lo que podría marcar el inicio del fin para el consumo de combustibles fósiles.
De acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía (AIE), en 2024, más del 60 % de la nueva capacidad solar instalada a nivel global provino de China. Este impulso, motivado por el objetivo de alcanzar la neutralidad de carbono para 2060 y el deseo de dominar industrias clave del futuro, está demostrando ser un éxito.
Según un reciente informe, entre 2015 y 2023, el uso de combustibles fósiles en el consumo final de energía en sectores como la construcción, el transporte y la industria se redujo un 1.7 %, mientras que el consumo de electricidad aumentó un 65 %. Muyi Yang, investigador de la organización británica Ember, calificó la situación como un “momento decisivo” en la transición energética de China, afirmando que es posible una “transición genuina” con la planificación y políticas adecuadas.
La inversión en renovables alcanza niveles históricos
Los avances en energías limpias están directamente relacionados con la inversión récord. En 2024, China destinó 625,000 millones de dólares a energías limpias, lo que representa el 31 % de la inversión mundial. Esto se traduce en cifras impresionantes: entre 2021 y 2024, la potencia eólica y solar se duplicó a 1,400 gigavatios (GW) y la capacidad de baterías se triplicó a cerca de 95 GW.
El crecimiento de la producción de energía renovable es notable. En la primera mitad de 2025, la generación de energía eólica y solar aumentó un 16 % y un 43 % respectivamente en comparación con el mismo período del año anterior. Por primera vez, en los 12 meses previos a junio de 2025, la combinación de energía eólica y solar superó la electricidad generada por fuentes como la hidroeléctrica, nuclear y bioenergía juntas.
Desafíos y proyecciones
A pesar de los avances, la integración de toda esta nueva capacidad renovable presenta desafíos. Aunque la capacidad combinada de energía eólica y solar superó los 1,670 GW en junio de 2025, la utilización de esta energía ha caído ligeramente, lo que genera problemas de precios en algunas provincias.
Sin embargo, las proyecciones son optimistas. Un escenario de transición eficiente, que combine la electrificación con un despliegue rápido de energías no fósiles, podría llevar la generación de carbón a su punto máximo en 2025. Se espera que la generación de energía no fósil alcance el 57 % para 2030, con la energía eólica y solar representando el 35.8 %.
Impacto económico y global
El auge de la energía limpia no solo es una victoria para el clima, sino también para la economía china. En 2024, la inversión y producción del sector de energías limpias aportaron 13.6 billones de yuanes (1.9 billones de dólares) a la economía del país, lo que representa aproximadamente una décima parte de su PIB. El sector crece a un ritmo tres veces superior al de la economía en su conjunto.
A nivel internacional, la reducción del consumo de combustibles fósiles en China, junto con la expansión global de las tecnologías limpias, podría inclinar la balanza hacia una disminución estructural de la demanda mundial de carbón, petróleo y gas.
Aunque China, el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo, aún depende del carbón para más del 55 % de su generación eléctrica, los compromisos están claros: alcanzar el pico de sus emisiones antes de 2030 y la neutralidad de carbono antes de 2060. Si bien la tarea de proporcionar energía abundante y asequible para 1,400 millones de personas es monumental, el país avanza con determinación.
