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GREENPEACE y su lucha incansable por las ballenas

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Una historia de resistencia y logros

Buenos Aires, Argentina – Desde hace casi medio siglo, Greenpeace ha estado a la vanguardia de la lucha para proteger a las ballenas de la extinción, desempeñando un papel crucial en la detención de la matanza indiscriminada de estos majestuosos mamíferos marinos.

La organización ambientalista ha empleado una combinación de acciones directas, campañas públicas y trabajo político para salvaguardar a las poblaciones de ballenas, que se vieron drásticamente diezmadas tras siglos de cacería comercial y décadas de caza industrial descontrolada.

La histórica campaña de Greenpeace comenzó en 1975, en un momento crítico para las ballenas. A través de valientes intercepciones en alta mar, donde activistas en gomones y barcos se interpusieron entre los arpones de los cazadores y los cetáceos, la organización puso sus cuerpos en la línea para defender a estos animales.

Paralelamente, Greenpeace participó activamente en los debates de organismos internacionales y realizó manifestaciones pacíficas frente a embajadas y gobiernos de países balleneros, instándolos a suspender la caza de forma definitiva.

Estos esfuerzos culminaron en un éxito significativo en 1982, cuando la Comisión Ballenera Internacional (CBI), influenciada en gran medida por la presión y el trabajo de Greenpeace, decretó una moratoria a la caza comercial de ballenas. Este fue un hito histórico en la conservación marina, ofreciendo un respiro crucial a las poblaciones de ballenas en recuperación.

La lucha continúa: Desafíos persistentes a la moratoria

A pesar de la moratoria de 1982, la caza de ballenas persiste en algunas naciones. Islandia, Japón y Noruega continúan con esta práctica, desafiando la normativa internacional y enfrentando crecientes protestas ecologistas.

Varios países siguen aprovechando «resquicios legales» en el documento para justificar sus capturas, lo que genera una gran preocupación para organizaciones como Greenpeace.

Un ejemplo reciente de esta problemática es la decisión de Islandia de autorizar la caza de 128 ballenas, una medida que ha generado una fuerte oposición por parte de organizaciones ambientalistas a nivel mundial.

Desde Greenpeace, se enfatiza que la caza comercial ha llevado a la desaparición de aproximadamente tres millones de ballenas en el último siglo.

La lenta tasa de reproducción de las ballenas y la drástica reducción de todas sus poblaciones hacen que su protección sea una prioridad absoluta para Greenpeace.

La organización reitera su compromiso con la defensa de estos animales, que son vitales para la salud de los océanos.