Washington D.C. – Si bien el Fondo Monetario Internacional (FMI) es ampliamente reconocido por su rol en la asistencia a países en crisis, pocos conocen los mecanismos que sustentan sus operaciones y le permiten cumplir su vital misión.
En un artículo reciente, Julie Kozack y Bernard Lauwers, expertos del FMI, desglosan el intrincado sistema de financiación del organismo, revelando su importancia para la estabilidad económica mundial.
Una cooperativa de crédito global: el pilar de su financiación
El FMI opera bajo un modelo único, similar a una cooperativa de crédito a escala global. Sus 191 países miembros aportan recursos en forma de «cuotas», calculadas en función de su peso económico relativo.
Estas cuotas no solo determinan la contribución financiera máxima de cada país, sino que también definen el monto al que pueden acceder en caso de necesidad.
Este sistema beneficia a ambas partes: los países miembros que aportan recursos obtienen un derecho de crédito con intereses, líquido y seguro ante el FMI, que se contabiliza como parte de sus reservas de divisas.
A diferencia de otras organizaciones internacionales, el FMI no depende de cuotas anuales ni de donaciones presupuestarias, lo que subraya la solidez y autonomía de su modelo.
Un rol central en la red de seguridad financiera mundial
Al mancomunar los recursos de sus miembros, el FMI se erige como un pilar fundamental de la red de seguridad financiera global.
Su principal función es apoyar a los países que enfrentan dificultades para cumplir con sus obligaciones financieras internacionales, como el pago de importaciones o el servicio de su deuda externa.
Actuando como un prestamista de última instancia, el Fondo proporciona liquidez temporal a las naciones en apuros, mitigando el impacto de las crisis y restaurando la confianza.
Es crucial destacar que el FMI no ofrece ayuda para el desarrollo ni financiación de proyectos, sino que se enfoca en proporcionar un respiro vital que permita a los países implementar reformas económicas y recuperar la estabilidad.
La inestabilidad en un país o región puede propagarse rápidamente, afectando a otros a través de flujos de capital volátiles y presiones migratorias. Por lo tanto, el apoyo del FMI a un país necesitado beneficia a la economía global en su conjunto.
Términos y condiciones: un equilibrio entre acreedores y prestatarios
Cuando los países solicitan préstamos al FMI, los países acreedores reciben una compensación justa por los recursos aportados, con intereses basados en el mercado y prácticamente libres de riesgos. En 2024, alrededor de 50 países acreedores recibieron aproximadamente 5.000 millones de dólares en intereses por sus contribuciones a préstamos no concesionales.
El modelo de cuotas permite una apalancamiento significativo: por cada dólar que Estados Unidos, el mayor accionista, aporta para préstamos, el FMI obtiene cuatro dólares de otros países, sumando una capacidad total de préstamo cercana al billón de dólares.
Los préstamos del FMI, además, pueden actuar como catalizador para obtener financiación de otras instituciones financieras internacionales y del sector privado.
Para los países prestatarios, la membresía en esta cooperativa de crédito ofrece un sostén macroeconómico. Los montos de los préstamos representan un múltiplo de sus cuotas individuales y están sujetos a condicionalidades de programa que buscan abordar los desafíos económicos subyacentes.
Las tasas de interés del FMI son considerablemente más bajas que las que los países en crisis tendrían que afrontar en los mercados de capital privados, ofreciendo un alivio crucial. El FMI también administra fideicomisos que brindan financiación aún más económica y concesional a sus miembros más pobres.
Las contribuciones de los miembros del FMI están aseguradas por las sólidas salvaguardias crediticias del Fondo, su robusto balance y cuantiosas reservas.
Históricamente, todos los préstamos del FMI han sido reembolsados, lo que significa que el Fondo nunca ha incurrido en pérdidas crediticias y ningún país ha sufrido pérdidas en sus créditos ante el Fondo.
Sostenibilidad y gastos administrativos
Además de su función crediticia, el FMI cumple con un amplio programa de trabajo que incluye evaluaciones periódicas de la salud económica de sus miembros (consultas del Artículo IV), investigación de vanguardia, asesoramiento político y apoyo para el desarrollo de instituciones económicas.
Para cubrir sus gastos administrativos, el FMI no depende de asignaciones presupuestarias anuales ni del apoyo de los contribuyentes.
Estos gastos se financian en su totalidad con los ingresos provenientes de préstamos e inversiones.
Esta gestión prudente, dentro de un marco presupuestario plano, ha permitido al Fondo acumular reservas y mantener su presupuesto administrativo ajustado a la inflación en niveles similares a los de hace 20 años.
La estructura financiera del FMI, aunque única, se basa en principios sencillos que fueron establecidos en su creación.
Como señaló Henry Morgenthau en 1944, «los detalles del acuerdo monetario y financiero internacional pueden parecer misteriosos.
Sin embargo, en su núcleo se encuentran las realidades más básicas de la vida cotidiana». Hoy, estas palabras siguen siendo válidas: los miembros del FMI mancomunan sus recursos para el bienestar económico individual y colectivo, fomentando la estabilidad y la prosperidad global.
