En un nuevo aniversario del Día de la Independencia, la Argentina conmemora este 9 de julio con un espíritu de «¡Viva la Patria!» que resuena con más fuerza que nunca, en un contexto de profunda preocupación por el rumbo del país.
Lejos de un gobierno que combata a la «casta», lo que presenciamos es una administración que parece librar una batalla contra la propia nación, buscando una Argentina en minúscula, dependiente y de rodillas.
La preocupación es palpable ante lo que muchos consideran una avanzada contra la soberanía nacional. Sectores clave como la ciencia y la tecnología han sufrido golpes devastadores, con el desfinanciamiento y el desmantelamiento de organismos que fueron pilares del desarrollo argentino.
El CONICET, el INTI y el INTA, instituciones que distinguieron a Argentina y la posicionaron junto a países del «primer mundo» en materia de investigación y desarrollo, hoy enfrentan una situación crítica. Lo mismo ocurre con ARSAT, una muestra de la capacidad tecnológica y espacial argentina, cuyo futuro es incierto.
La visión de un país reducido a un mero productor de materias primas, con su comercio manejado por fondos buitre y actores privados, genera alarma.
A esto se suma el desfinanciamiento de áreas esenciales como la salud y la educación, pilares fundamentales para el desarrollo de cualquier nación. La infraestructura vial, vital para un país que abarca una extensión continental, también se ve comprometida.
Las denuncias sobre el destino de fondos específicos, como los de la CONABIP (Comisión Nacional de Bibliotecas Populares) y el INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales), son particularmente graves.
Estos fondos, que no provienen directamente del erario público sino de impuestos específicos a los juegos de azar y a las entradas de cine y plataformas de streaming, respectivamente, son considerados robados a la cultura y al pueblo.
La pregunta «¿Dónde está toda esa plata?» resuena con fuerza entre la ciudadanía, que también ve con preocupación cómo el IVA que todos pagan no se traduce en beneficios para la población.
La amenaza de la privatización de rutas y la restricción del libre tránsito de los argentinos por su propio territorio, evocando casos como el de Lewis en Lago Escondido, intensifica la sensación de despojo.
Para muchos, este panorama es el resultado de un «robo» estructurado por poderes económicos, ejecutado por un gobierno al que consideran un «empleado del año» de intereses foráneos, un «monigote de sus empleadores».
Ante este escenario, el llamado a la resistencia y a la defensa de la Patria se vuelve un imperativo.
La referencia a figuras históricas como San Martín, Belgrano y Güemes no es casual; busca invocar el espíritu de aquellos que lucharon por la independencia y la soberanía.
Hoy, la ciudadanía se siente interpelada a ponerse en sus pieles para defender al país de lo que perciben como un nuevo intento de colonización.
En este 9 de Julio, Día de la Independencia, el grito de «¡Viva la Patria, aunque perezca!» resuena como un llamado a la acción y a la defensa de la soberanía argentina frente a los desafíos actuales.
